Percepción ciudadana de los espacios públicos de Cuernavaca
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 7 de diciembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Conocida comúnmente como la Ciudad de la Eterna Primavera, Cuernavaca se caracterizó por muchos años como una zona tranquila y privilegiada en el ámbito de seguridad pública, siendo incluso fuente de inspiración para artistas plásticos y escritores.
Pero su estatus en materia de seguridad pública cambió hace casi una década, con el incremento de la delincuencia en el estado: secuestros, feminicidios, narcotráfico, extorsiones… Dichos eventos han marcado la metrópoli como una de las más inseguras de México. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Cuernavaca se encuentra entre las diez ciudades cuya percepción de la población respecto a la inseguridad pública es alta.
En cualquier lugar, la violencia delictiva ocasiona un clima de temor e inseguridad entre los ciudadanos. De acuerdo con el libro La construcción espacial del miedo, este sentimiento es el que está más asociado al comportamiento. Otro estudio, por ejemplo, indica que la violencia urbana y la inseguridad ciudadana han reemplazado a la pobreza y la desocupación como temas de mayor atención, pues la intranquilidad, el miedo, el temor y el desasosiego se han apoderado de la mayoría de los habitantes.
La problemática de la violencia delictiva y la inseguridad en la entidad de Morelos motivó al arquitecto Alfonso Valenzuela Aguilera, profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), a implementar el Observatorio de Seguridad Ciudadana y Cohesión Social, una propuesta integral a la problemática de inseguridad en Morelos. El proyecto ha permitido identificar, desde una mirada académica, la percepción de los ciudadanos de los espacios públicos de la ciudad de Cuernavaca y otras aledañas, para luego realizar intervenciones sociales en las zonas con mayor índice delictivo.
“Aplicamos métodos de investigación cualitativa y cuantitativa, dentro de las humanidades y las ciencias sociales, con el fin de examinar cuestiones de diversidad, creatividad e innovación social en contextos locales y globales”, dice en la página de Internet del observatorio.
El Observatorio de Seguridad Ciudadana y Cohesión Social es un proyecto que recibe financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y que conjuga un análisis delictual de las dimensiones sociales, culturales y espaciales para incidir en la evaluación de las políticas públicas en materia de inseguridad.
“Sin estigmatizar las colonias, tratamos de identificar en qué puntos de la ciudad vale la pena realizar intervenciones. Ya detectamos algunas zonas periféricas de Cuernavaca, Jiutepec y Temixco —tres de los municipios con mayor número de habitantes en Morelos—”, compartió el doctor Valenzuela Aguilera.
Las intervenciones de tipo social implementadas por el observatorio, también conocidas como redes de confianza, están enfocadas en niños y jóvenes menores de 20 años que viven en entornos peligrosos. Una de las ideas del proyecto es que los participantes expresen y reciban asistencia psicosocial, y para ello se realizan talleres de autoestima, manualidades, meditación, arte, escritura, “todas ellas ligadas a la cultura de paz y la resiliencia”, dice el académico.
De acuerdo con el doctor Valenzuela Aguilera, estos espacios han sido diseñados para ayudar a mantener un equilibrio emocional en niños y jóvenes para que puedan crecer como buenos ciudadanos, incluso si provienen de hogares disfuncionales o con pocas opciones laborales.
“A partir de las encuestas que realizamos como parte de las actividades del observatorio, detectamos un problema emocional en una buena parte de los adolescentes. Sabemos dónde se encuentran los puntos de mayor incidencia y mayor percepción de inseguridad del estado. La idea es crear valores compartidos entre los habitantes, así como para mantener controles sociales efectivos”, explica el Alfonso Valenzuela Aguilera, nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Una parte importante del quehacer científico del observatorio consiste en detectar cuáles son los delitos que más afectan el estado emocional de los individuos. En Cuernavaca, la privación de la libertad, o también llamado secuestro, es uno de los delitos que más afectan a la población.
Los vínculos sociales afectivos son un elemento importante para la recuperación después de un evento traumático delictivo como es el secuestro. A decir del especialista, esto es una evidencia importante porque ayudaría en el desarrollo de programas orientados a la parte psicosocial de los individuos.
“Es decir, alguien que sufrió un delito no solo hay que proveerle ayuda psicológica. También juegan un papel importante los grupos familiares y de apoyo”, dice.
Por ello, los talleres que ofrece el observatorio están dirigidos a fortalecer la confianza de la población. Para Valenzuela Aguilera, también especialista en planificación urbanista, las intervenciones realizadas en países de América Latina como Brasil, Colombia, Chile, han demostrado que a partir de la intervención de los espacios públicos en lugares poco seguros, es posible fomentar una cultura de paz.
Por otro lado, la percepción del miedo y la inseguridad de la población muchas veces no coincide en los lugares donde hay más eventos delictivos. El equipo de investigación del observatorio ha identificado una mayor percepción de inseguridad y miedo en zonas con nivel económico medio y alto.
“Aquí observamos una serie de mecanismos a nivel territorial y espacial que debemos entender: la seguridad, espacio y territorio son elementos que están conectados en una ciudad”, compartió.
Análisis del riesgo
Los investigadores que forman parte del observatorio utilizan tecnologías de análisis espacial de riesgo para la exploración de las áreas con mayor índice delictivo. De acuerdo con información del observatorio ciudadano, a través de esta metodología, los mapas "revelan un muestrario de riesgo" para exponer qué lugares presentan las condiciones propicias para que ocurran eventos delictivos en el futuro. El análisis ofrece una manera con validez estadística para articular y evidenciar las zonas criminógenas y vulnerables.
“El análisis del mapeo delictivo nos parece esencial para identificar las zonas en las que se debe intervenir con proyectos sociales y de equipamiento. Tiempo atrás, Colombia tuvo altos niveles de violencia; allá se estableció una serie de políticas y acciones que desembocaron, hasta cierto punto, en una estrategia de pacificación. Esto fue gracias a intervenciones sociales y urbanas que se realizaron en Medellín y Bogotá, como la creación de parques, bibliotecas y otros espacios públicos. “Las aperturas de nuevos espacios para la ciudadanía funcionan muy bien, pero en el entendido de que a la par deben realizarse programas sociales”. Sin embargo, sigue siendo fundamental el trabajo de análisis de datos para llegar a diagnósticos certeros y geolocalizados”, concluyó el investigador.
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