¿Qué leían los mexicanos en el porfiriato?
Por Montserrat Muñoz
Guadalajara, Jalisco. 30 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la oferta de miles de títulos impresos en tinta y papel no son la única opción: el libro digital (eBook) es una tendencia que va en aumento entre los lectores mexicanos.
Datos de dos de las librerías más importantes de México documentan que el género de la no ficción se ubica como el favorito de los mexicanos, con 44 por ciento de las descargas, seguido de la ficción y las novelas. Pero ¿qué y cómo leían los mexicanos hace 120 años?
En la trigésima edición de la FIL, las doctoras Yliana Rodríguez González y Ana Laura Zavala Díaz, investigadoras de El Colegio de San Luis (Colsan) y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), respectivamente, presentaron la mesa Lectores del porfiriato.
Esta charla tuvo sede en el estand del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en el área nacional de la FIL y tomó como base el proyecto de investigación de la doctora Rodríguez González, titulado “Prácticas lectoras en México: lectores y lecturas de prensa y literatura hacia el final del siglo XIX”.
En este trabajo, la investigadora estudia los hábitos de los lectores mexicanos en el periodo comprendido de 1896 a 1898, años que marcaron el surgimiento y auge del periódico El Imparcial, fundado por Rafael Reyes Spíndola.
“[Para estos años] alrededor de 80 por ciento de la población no sabe leer. Sin embargo, se publican muchos libros y periódicos, lo que nos hace suponer que había una manera de acercarse que quizá no pasaba por la lectura como nosotros la conocemos. La lectura era oral, en voz alta; hay muchos rastros de ese tipo de socialización de la lectura, que era el más común”, comentó Rodríguez González en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
En tanto, la doctora Ana Laura Zavala Díaz enfatizó que una de las misiones de los periódicos en ese entonces era promover la alfabetización, aunque el fin último fue, más que educar a la sociedad, crear consumidores para el producto.
Una de las estrategias que utilizó el periódico El Imparcial para crear más lectores —consumidores— fue la introducción de la nota roja. Esto, sumado al hecho de que era muy barato puesto que el medio contaba con una subvención por parte del gobierno, hizo muy popular este impreso.
Otros medios incluían, entre sus limitadas páginas —la mayoría constaban de tan solo cuatro—, un espacio para novelas por entrega. Esto permitía a los escritores publicar sus obras a un bajo costo, ya que no siempre les era posible costear la publicación de un libro.
Estos textos además servían como un gancho para captivar a los lectores y condicionarlos a comprar la siguiente edición del periódico para continuar con la lectura de la novela, según comentó la doctora Zavala Díaz. Un ejemplo muy comentado y polémico fue la novela El hijo del Estado del escritor liberal Hilarión Frías y Soto, la cual apareció en las páginas del periódico El Diario del Hogar, donde fue publicada en entregas entre el 22 de agosto y el 22 de septiembre de 1882.
“Esta novela fue considerada la primera novela del realismo naturalista en México e Hispanoamérica. Todas las novelas de Frías y Soto causaron revuelo”, comentó la investigadora. En una de las entregas de esta novela, el escritor narraba de manera cruda y grotesca una escena sobre un alumbramiento, en el que la mujer se encontraba semidesnuda y agotada por el proceso.
Medios como los periódicos La Libertad y El Nacional escandalizaron respecto a esta narrativa tan descriptiva que calificaron de literatura nauseabunda “que lastimaba el pudor”. El autor, aunque coincidió con estas críticas, consideró que su novela podría ser un medio para señalar el sistema de gobierno y delatar a la sociedad mexicana como una sociedad gangrenada que requería, dadas las condiciones en las que se encontraba, “una literatura repugnante y nauseabunda para exhibir sus llagas y curarlas”. Además, el periódico fue muy vendido durante ese periodo.
Los lectores mexicanos en el siglo XXI
Acorde con cifras de 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), poco más de 94 por ciento de la población mexicana sabe leer y escribir. Sin embargo, los problemas y contextos del México porfiriano no son los mismos que los del México actual.
Ambas investigadoras coincidieron en que aunque los índices de analfabetismo sean mucho menores en la actualidad, eso no significa que haya lectores.
“Ahora el problema es que tenemos más acceso a la alfabetización pero somos analfabetas funcionales: es decir, sabemos leer pero no tenemos las capacidades lectoras que se requieren para poder leer de manera más o menos suelta, que entiendas una lectura, que la puedas interpretar, que eso te sirva para hacer preguntas, para sobrevivir o para reflexionar”, comentó la doctora Yliana Rodríguez González.
Respecto a la importancia de investigar estos temas, la doctora Ana Laura Zavala Díaz afirmó que el principal objetivo es entender cómo se formaron los problemas fundamentales del país, uno de ellos el problema educativo. “Entender estos temas nos ayuda a explicarnos por qué estamos en el lugar en que estamos el día de hoy”.
“La historia nos ayuda a entender qué somos y de qué estamos hechos. Mientras no sepamos qué pasó ahí, probablemente no vamos a entender cómo llegamos a ser lo que somos ahorita. Quizás aprendamos algo de volver al pasado y entender qué pasó en ese momento, cómo lo resolvieron o cómo no lo resolvieron y por qué eso tal vez nos está afectando en este momento”, concluyó la investigadora Rodríguez González.
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