Centro de Estudios Históricos de El Colmex: 75 años dedicados a la investigación
Por Julio Martínez García
Ciudad de México. 26 de abril de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Fue en 1941 cuando se fundó el Centro de Estudios Históricos (CEH) de El Colegio de México (Colmex). En ese momento Miguel Ávila Camacho era el presidente de la República, la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo y apenas hacía dos años que la contienda española había finalizado.
En ese contexto internacional convulso surgió el CEH, organismo que desde un primer momento se insertó en la estructura del Colmex, institución creada en 1938 bajo el nombre de Casa de España para acoger la intelectualidad republicana exiliada por la guerra civil de aquel país.
Desde entonces, el Colmex fue adquiriendo importancia en el ámbito mexicano y latinoamericano. Fue un proceso en el que también tuvo un papel fundamental el CEH.
Este se constituyó como el primero de los centros de estudios que tuvo el Colmex, celebrando este 2016 su 75 aniversario. Con este amplio bagaje se ha convertido en uno de los organismos de estudio y análisis más relevantes que existen a nivel nacional e internacional. Muchos jóvenes —y no tan jóvenes— quieren cursar en él sus posgrados, ya que pasar por sus aulas es sinónimo de prestigio académico.
“El CEH se constituye como un lugar de profesionalización en la historia”, explica la directora del CEH, Erika Gabriela Pani Bano.
El doctorado
Precisamente, la propuesta formativa líder del CEH es su doctorado en historia. Se trata de un programa dividido en dos partes. Una primera consiste en cuatro semestres en los que se cursan 16 materias y seminarios. Tras concluir esta etapa, el alumno elaborará una tesis durante tres años y medio que le conducirá a la obtención del grado de doctor.
“Para el CEH es muy importante a la hora de formar a los historiadores que tengan una base suficientemente amplia y que estén familiarizados con los distintos espacios, épocas y tipos de historiografía”, indica Gabriela Pani.
En esta filosofía han de entenderse los cuatro semestres iniciales de asignaturas. “La idea de los cursos es que el estudiante se enfrente a corrientes diferentes de pensamiento, a espacios y fuentes con los que tiene que acostumbrarse a trabajar. En definitiva, buscamos 'moverles un poco el tapete' y, al mismo tiempo, darles una base sólida”, explica la directora del CEH.
Para la coordinadora académica del CEH, María Cecilia Zuleta, lo que no quieren es "un investigador que sea un gran especialista en su tema y al que, después, se le haga una pregunta básica de historia de la civilización, de México o de Estados Unidos, y que no sepa lo que debe leer para poder responder".
En definitiva, se trata de una enseñanza universalista; una apuesta que el CEH ha mantenido desde sus inicios. “El que marca la diferencia es un joven con formación integral y que, al mismo tiempo, cuenta con un campo de especialización. De esta forma, será más competitivo que la persona superexperta en su campo, pero que no puede moverse de ahí”, subraya María Cecilia Zuleta.
Para acceder al programa de doctorado existe una convocatoria bianual en la que se presentan decenas de solicitudes.
“Es un programa muy competitivo”, reconoce Erika Pani. “Eso sí, no hay ninguna restricción para postular por razones de nacionalidad, raza, edad…”, corrobora María Cecilia Zuleta.
En cualquier caso, si pasa la selección, el alumno estará en un programa de tiempo completo. Algo que es posible gracias a la posibilidad de obtener una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la cuales posibilitan que el CEH cumpla uno de sus objetivos: que sus estudiantes puedan centrarse exclusivamente en su labor académica. “La idea es profesionalizar, pero también desprovincializar la historia”, explica Gabriela Pani.
Una amplia perspectiva
Esta misma filosofía permea todas las actividades y propuestas del centro, y se refleja en la planta docente del CEH. De hecho, existe una gran variedad de especialistas centrados en espacios y etapas diferentes.
“Pero los que han diversificado de manera casi alucinante el tipo de trabajo son los estudiantes, porque llegan con temas de tesis en los que se estudia, por ejemplo, historia conectada de tres países, guerrilla, etcétera… Se trata de un alumnado que procede de lugares distintos y que, por tanto, traen ideas y espacios que no son necesariamente a los que estamos acostumbrados”, afirma la directora del CEH.
De esta forma, se puede observar una gran variedad de líneas de trabajo, como la historia política, institucional, diplomática, económica, agraria, social, intelectual, de las mentalidades o la historia de la vida cotidiana.
Incluso, en varias de estas especializaciones el CEH ha sido pionero a nivel internacional. Una de ellas ha sido la historia agraria. Desde la década de 1960 hubo varios profesores que fueron muy relevantes en dicha temática. “Estos investigadores irradiaron todo América Latina, siendo la historia agraria mexicana un espejo en el que se reflejaron otras muchas investigaciones del continente”, confirma María Cecilia Zuleta.
La relevancia de la publicación
Pero si la investigación es muy importante, no lo es menos la publicación; ambas realidades se encuentran vinculadas en muchas ocasiones. Por tanto, no es extraño que todos los profesores del centro sean miembros del Comité Editorial de la institución. Una labor de edición que se asienta en varios pilares.
Historia Mexicana, alojada en el CEH. Su director es también el docente del Colmex Pablo Yankelevich, y destaca por su prestigio nacional e internacional. “No hay muchas revistas en América Latina que se puedan comparar en carácter, alcance y en tradición con Historia Mexicana”, indica María Cecilia Zuleta.
En primer lugar, en el trabajo de los investigadores, cuyo esfuerzo aparece reflejado en revistas comoDe igual forma, en el CEH destacan la Serie Antologías, en la que aparecen textos realizados por profesores con una amplia trayectoria. Y, al mismo tiempo, los estudiantes también cuentan con un canal para publicar. Aquellas tesis que sean consideradas como una “contribución central al conocimiento de un tema” son las que tienen mayores posibilidades de pasar por los talleres de edición.
Y, por si esto fuera poco, también está la colección Historia Mínima. Se trata de una apuesta por la divulgación a través de libros en los que se expone —de forma no muy extensa— una etapa o elemento del hecho histórico. Así, se pueden distinguir obras centradas en diversos aspectos relacionados con México; títulos en los que se da a conocer la evolución general de otros países; y compendios en los que se tratan otros temas, como la música en Occidente o el constitucionalismo iberoamericano. Todo ello con un tono ameno y cercano.
Además, dentro de este mismo espíritu divulgativo, el CEH está apostando por las nuevas tecnologías. De hecho, se han impulsado varias plataformas web y bases de datos on line en las que se incluyen diferentes informaciones. Entre ellas, algunas relativas a la historia del petróleo en México y América, al Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas o al Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México.
Una gran variedad de ideas a las que se suman cursos on line, la Escuela de Verano Concepta —que tendrá lugar entre el 25 de julio y el 5 de agosto— o diversas mesas redondas, charlas y seminarios permanentes sobre diferentes temáticas.
Gracias a todas estas alternativas se pueden alcanzar los objetivos planteados por los pioneros tanto del Colmex como del CEH. De la mano de la actividad investigadora, formativa y divulgadora se consigue avanzar en el conocimiento.
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