Proyectos agroecológicos en la península de Yucatán
Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 16 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- La chaya (Cnidoscolus aconitifolius) suele encontrarse en platillos típicos de la región peninsular, como el brazo de reina, los tamales y la sopa de chaya; sin embargo, actualmente su cultivo es escaso y se obtiene únicamente de los traspatios de las casas. Ante esto, investigadores de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (Uimqroo) han implementado un proyecto de producción de chaya con manejo agroecológico en cultivos de parcela, con el fin de evaluar su producción, rendimiento y los costos y beneficios del mercado a nivel local.
En el marco del X Congreso Mexicano de Etnobiología, Olivia Hernández González, profesora investigadora de la Uimqroo, describió para la Agencia Informativa Conacyt que la chaya es utilizada en la península de Yucatán para cocinar —especialmente durante el periodo de Semana Santa—, preparar aguas frescas y para remedios medicinales.
“En nuestra investigación vimos que es muy importante el consumo por sus beneficios, pero nadie la cultiva en una parcela o en la milpa. Solo se tienen dos o tres plantas en el traspatio, y cuando es la época de mayor consumo se acaban sus hojas, no hay dónde obtenerla e incluso se incrementa el costo”, apuntó.
Comúnmente, la chaya se reproduce por esquejes. Como parte del proyecto, se cortaron varios esquejes de una diversidad de plantas con el propósito de tener variabilidad genética. “Usualmente se corta un pedazo de la planta porque la semilla es muy difícil de germinar y se siembra en la tierra; se espera que crezca la raíz y ya empieza el desarrollo de la plantita. Yo pienso que por este proceso es que no se había pensado en cultivarla en una parcela”, comentó Hernández González.
Resultados positivos con ácido acetilsalicílico
Como parte de su línea de investigación, Hernández González trabaja con la solución de ácido acetilsalicílico (C9H8O4), compuesto que está presente en la aspirina. Una vez sembradas las semillas, se aplicaron varios tratamientos de la concentración de la solución. Aparte, se agregó fertilización orgánica, utilizada comúnmente en la zona por influencia de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo.
En el diseño experimental, se observó un mayor rendimiento de la planta con la solución y el fertilizante orgánico, el crecimiento fue más rápido y el tamaño de las hojas fue más grande.
“Encontramos una concentración óptima de 10-6 molar de acetilsalicílico más el fertilizante, que nos dio plantas muy vigorosas, y para comprobar que sí se enraiza (pues eran esquejes), se sacaron y se pesó la raíz, el tallo y la hoja para ver el rendimiento y obtuvimos muy buenos resultados”, apuntó la investigadora.
El proyecto fue elaborado por Erick Medina Cimé como tesis de licenciatura, con la coasesoría de las investigadoras Olivia Hernández González y María Isabel Oble Delgadillo. Para Oble Delgadillo, comparando con los abonos que realizan productores, se demostró que el ácido acetilsalicílico es una opción para cultivos, teniendo una respuesta favorable de crecimiento y biomasa.
Manejo agroecológico en ramón
Durante su colaboración con el investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) Alfonso Larqué Saavedra, Olivia Hernández González empezó a emplear el ácido acetilsalicílico para la producción de árbol ramón (Brosimum alicastrum). Lo novedoso —en palabras de la investigadora— fue implementarlo desde su germinación en la Uimqroo, mientras que en la literatura consultada la solución se agregaba por aspersión cuando las plantas empezaban a crecer.
“Germinó más rápido y las plantas crecieron con mayor vigor. Ahora tienen dos años que están bajo observación y se pretende conservar las plantas porque, como son árboles, tardan más tiempo en dar flores y frutos”, expresó.
La investigadora, quien ha sido becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ha probado desde entonces la solución en diversas especies estudiadas en la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo que, entre sus propósitos, persigue la disminución de uso de fertilizantes químicos que tienen efectos negativos tanto en los consumidores de los productos como en los aplicadores de estas sustancias.
Maíz criollo sin fertilización ni plaguicidas químicos
Entre los primeros trabajos realizados con esta solución, la investigadora trabajó con el maíz criollo en la zona maya, donde no había sido probado antes. “Sabemos que Monsanto y otras instituciones han metido en la zona mucho maíz transgénico y cuando este maíz se siembra, después ya no se reproduce. En la zona hay varios productores que se han dado cuenta de esto y lo que hacen es sembrar su maíz criollo, guardar las mejores semillas y ya el próximo año lo vuelven a sembrar”, describió.
Junto con cuatro estudiantes que preparaban sus investigaciones de tesis, se probó la solución con maíz anaranjado, blanco, morado y amarillo, con los que se determinó la concentración idónea para su germinación y se obtuvo un mayor rendimiento con mazorcas más grandes.
“Además notamos que en la literatura se menciona que esta solución sirve para evitar las plagas pero nadie lo ha evaluado. Nosotros vimos que en todas las plantas que tenían el tratamiento de ácido acetilsalicílico se presentaban plagas pero no se comían las hojas, es como un herbicida natural en las hojas”, apuntó.
Según Hernández González, es común el uso de fertilización orgánica pero en el tratamiento de las plantas se continúan empleando plaguicidas químicos. “En este caso, no usamos ningún plaguicida ni fertilizante químico y las plantas tuvieron muy buen rendimiento. Incluso encontramos que el gusano que siempre está comiendo las hojas de maíz, ya no las comía”, comentó.
Forraje para ganado y cacahuate de la zona maya
En Morus alba, planta que se produce abundantemente en Campeche como forraje para ganado por medio de esquejes, se agregó la solución y se observó que la producción de raíces y de hojas resultó mucho más rápida que aquellas que no contaron con la solución. Adicionalmente, la mayoría tuvo una floración precoz en esquejes. “Al obtener hojas grandes, se le puede dar este alimento al ganado y se disminuyen mucho los costos de producción para alimento”, agregó.
Finalmente, también se ha implementado un proyecto de producción similar con el cacahuate, que tiene una importancia en la región por su consumo en festividades. De acuerdo con Hernández González, el cacahuate tiene un tamaño muy pequeño en la zona debido a que el suelo es pobre en nutrientes, por lo que probaron remojar la semilla en la solución durante su germinación. “Medimos la producción final de la semilla que fue un poquito más grande, aunque eran milímetros, estadísticamente sí fueron significativos los valores en que aumentó la biomasa”, apuntó.
• Dra. Olivia Hernández González
Profesora investigadora de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo
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