La sucesión secundaria de bosques
Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 25 de agosto de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Creada en 2011, la Reserva Estatal Biocultural del Puuc se constituye como una de las reservas más grandes del estado de Yucatán y conserva una gran porción de selva mediana subcaducifolia, de gran importancia para la conservación de la biodiversidad y la mitigación de los efectos del cambio climático, pero también se encuentra en peligro de ser deforestada.
Dentro de sus límites se localiza la Reserva Biocultural Kaxil Kiuic, donde la mayor parte de la selva se encuentra bien conservada y las condiciones del paisaje son más favorables para que ocurra el proceso de sucesión secundaria, fenómeno que estudia Juan Manuel Dupuy Rada, investigador titular de la Unidad de Recursos Naturales del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY). Como parte de sus líneas de investigación se encuentra la regeneración y sucesión de las selvas tropicales y el monitoreo de la estructura, la composición y la dinámica del carbono en estas.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el investigador señaló que la Reserva Biocultural Kaxil Kiuic, ubicada en el sur de Yucatán, es una zona de gran importancia para la conservación de la biodiversidad y la mitigación de los efectos del cambio climático.
“Los bosques y selvas tropicales desempeñan un papel importante en el ciclo de carbono y, por tanto, en la absorción de gases de efecto invernadero —como el dióxido de carbono (CO2)—, su fijación y mantenimiento durante un largo tiempo”, apuntó.
Sin embargo, cuando esta vegetación se deforesta por quema, ocurre lo contrario, pues libera eventualmente hacia la atmósfera el carbono que había fijado, ya sea en su totalidad o en una gran parte.
¿Qué es la sucesión secundaria?
De acuerdo con Dupuy Rada, adscrito con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la sucesión secundaria es un proceso natural que ocurre después de que un ecosistema ha sufrido una perturbación, ya sea de origen natural o antropogénico.
“Es un proceso en el que hay cambios en la estructura y la composición de la vegetación, y a medida que esto cambia también cambian de manera importante las condiciones ambientales, tanto las que hay arriba de la vegetación como en el suelo”, apuntó.
Perturbaciones de origen natural como los huracanes pueden llegar a eliminar una buena parte de la biomasa aérea de las selvas, es decir, romper árboles, ramas y reducir la cobertura y la biomasa que hay en la parte aérea, en tiempos relativamente cortos. Las perturbaciones ocasionadas por la actividad humana, por otra parte, son cada vez más comunes y tienen un mayor impacto en términos de la extensión de daño de provocan.
“Estas se asocian con lo que se conoce como cambio de uso de suelo, es decir, cuando suelos que eran bosques son convertidos a otros usos agropecuarios, de desarrollo urbano o turístico. Estos son disturbios que hacen que algunas veces (no siempre) grandes extensiones puedan ser deforestadas”, señaló el investigador.
En muchas ocasiones, los suelos destinados para usos agropecuarios se abandonan por diversos motivos, ya sea debido a una baja productividad, cambios en las condiciones de mercado, condiciones sociales no favorables o contextos de migración, entre otros factores.
“Lo que ocurre en ambos casos, ya sea un disturbio natural o antropogénico, es que hay un proceso de recuperación natural de la vegetación y con ello también de muchos otros aspectos, por ejemplo, la fertilidad del suelo”, describió.
La sucesión secundaria de los bosques y selvas tropicales no es un descubrimiento reciente. De acuerdo con el investigador, el sistema de la milpa tradicional maya lo incorpora como un componente fundamental, pues es un método de agricultura itinerante que involucra un periodo de descanso (o barbecho) durante el que tiene lugar este proceso.
“Ellos desmontaban una parte relativamente pequeña de la selva para cultivar, sabían que iban a tener buenos cultivos dos o tres años y ya después no, porque disminuía la fertilidad del suelo. Después de eso abandonaban esa milpa, ese terreno deforestado, y dejaban que naturalmente se recuperara justamente a través de procesos de sucesión secundaria”, indicó.
Estudio de campo en parcelas
De acuerdo con Dupuy Rada, la metodología más directa para estudiar la sucesión secundaria sería poder documentar el proceso desde el comienzo hasta el final, estando presentes desde el momento en que se deforesta y se desmonta para ver los cambios que ocurren hasta su recuperación. Esto se haría normalmente a través de parcelas permanentes de estudio.
“Hay dos grandes problemas con este método. El primero es que el proceso de sucesión secundaria requiere muchísimo tiempo dependiendo de las condiciones en que se encuentre la selva, desde unas cuantas décadas hasta varios siglos, por lo que en muchos casos no es un método muy factible de utilizar”, apuntó.
El otro problema que presenta es que requiere de mucho esfuerzo para establecer parcelas y poder monitorearlas a lo largo del tiempo. “Hay que regresar año tras año y ver qué ha pasado, cuántos árboles murieron, cuántos permanecen, cuánto crecieron los que permanecen o si hay nuevos. Es algo que requiere mucho esfuerzo y mucha inversión”.
Método de cronosecuencia
Un método alternativo —y el más común actualmente— es el que se conoce como método de cronosecuencia (o secuencia en el tiempo, según las raíces griegas de la palabra), que consiste en sustituir espacio por tiempo.
“En lugar de dar seguimiento a lo largo de todo el proceso, la idea es encontrar fragmentos de selva que tengan diferentes edades de sucesión en un determinado momento y hacer una caracterización de los fragmentos de diferente edad de manera que podamos inferir qué ha ocurrido a lo largo del tiempo sin que lo hayamos estudiado directamente”, explicó.
Desde la perspectiva del investigador, el principal problema de este método es que presenta muchos supuestos, pues se asume que todos los fragmentos siguen la misma trayectoria y el mismo proceso general, lo que depende de muchos factores para ocurrir.
“Qué tan intenso ha sido el uso que se le dio anteriormente o cuál es la historia del disturbio que ha tenido afecta de manera importante. Las condiciones locales también son factores determinantes, ya que no es lo mismo el proceso en suelos fértiles donde las plantas tienen suficientes nutrientes para crecer rápidamente, que en suelos muy pobres”, apuntó.
Este método busca generalmente estandarizar otros factores que puedan afectar la estructura, diversidad y composición de la vegetación para lograr que la variabilidad se encuentre predominantemente en la edad de sucesión.
“Eso genera otra limitación porque no lo hace muy generalizable. La regla general en la naturaleza y en el universo entero es el cambio, la diversidad. Si nosotros tratamos de estandarizar, de fijar las cosas, lo que podamos inferir se va a aplicar a esas condiciones particulares que estamos midiendo pero no necesariamente a otras”, indicó.
Combinación de métodos y tecnologías
Recientemente, Dupuy Rada ha optado por utilizar para sus estudios un método que combina la investigación de campo con la cronosecuencia para aprovechar las ventajas y contrarrestar las desventajas que cada uno ofrece.
“Esto implica establecer parcelas de monitoreo a largo plazo pero en una cronosecuencia, es decir, empezando con diferencias de edad de sucesión, de manera que en unos pocos años podamos ver tendencias en el tiempo y evaluar si las tendencias que estamos viendo en cada una de las parcelas se relacionan con la tendencia general que nos da el método de la cronosecuencia”, comentó.
José Luis Hernández Stefanoni, investigador titular de la Unidad de Recursos Naturales del CICY, colabora en el proyecto a través de su expertise en el uso de imágenes satelitales, percepción remota y sensores Laser Imaging Detection and Ranging (LIDAR), tecnología láser que permite obtener información detallada de la estructura de la vegetación.
Mientras que las imágenes de satélite dan imágenes bidimensionales registradas desde el espacio, la tecnología LIDAR permite obtener una nube de puntos tridimensional y, por tanto, una imagen en tres dimensiones en la que se integra la altura de la estructura de los árboles.
“Eso nos permite relacionar los datos que yo obtengo de las mediciones que realizo en las parcelas establecidas en el campo —composición, altura de los árboles, diámetro, tamaño, etcétera— en diferentes edades de sucesión con datos de sensores remotos, que ofrecen como ventaja una mayor cobertura del paisaje” apuntó Dupuy Rada.
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