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Estrategias de conservación del lobo fino de Guadalupe


Por Joel Cosío

La Paz, Baja California Sur. 14 de marzo de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Un grupo de investigadores del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) analiza diversos elementos del lobo fino de Guadalupe (Arctophoca philippii townsendi) para generar estrategias de conservación de la especie.

1 HEAD lobo1403Arctocephalus townsendi, Crédito: Claudio Contreras Koss/Conabio.

La población del pinnípedo marino se encuentra en proceso de recuperación después de que a mediados del siglo veinte estuvo al borde de la extinción.

La maestra en ciencias marinas y médico veterinario zootecnista Priscilla Casandra Gutiérrez Gálvez, becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para realizar estudios doctorales en el Cicimar IPN enfocados en la evaluación de salud del lobo fino de Guadalupe, detalló que ha realizado una serie de monitoreos y análisis de los especímenes para detectar factores ambientales que impactan en la salud en las diferentes etapas de vida de los pinnípedos.

La conformación de una visión integral de los factores de riesgo de mortalidad a los que se enfrenta la especie es uno de los objetivos de la investigación.

“Evaluar la salud es una actividad muy compleja, por lo que estamos utilizando diferentes indicadores, como análisis de sangre o análisis de medicina forense, para contestar preguntas como por qué están muriendo, cuántos están muriendo, cuál es su condición corporal y qué tanto varía su condición corporal entre temporadas reproductivas”, cuestionó Gutiérrez Gálvez.

“Esta evaluación nos permitirá detectar cuáles son los factores que están afectando directamente su salud, por ejemplo, la presencia de fauna exótica introducida a la isla —como perros y gatos—, le pueden transmitir enfermedades como parvovirus o moquillo y esto puede ser un factor de riesgo de mortalidad”.

1 lobito1401El director del proyecto, el doctor Fernando Ricardo Elorriaga Verplancken, profesor e investigador del Cicimar y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt, mencionó que aún es prematuro determinar los riesgos y causas de mortalidad que enfrenta la población de lobos finos de Guadalupe.

Marcas satelitales para monitoreo

Los elementos de incidencia en la recuperación de la especie, la tasa de repoblamiento y las características que poseen los sitios de colonización, Isla Guadalupe y archipiélago de San Benito, son empleados para determinar si el proceso de recuperación es exitoso.

“Estamos monitoreando el fenómeno de recuperación del lobo fino y analizamos diferentes factores, como lo es la alimentación, identificamos de qué se están alimentando a través del análisis de excretas; también estamos realizando análisis de isótopos estables en diferentes tejidos, como el pelo, la piel y la sangre, este análisis nos da información cualitativa de qué posición trófica, en qué tipo de área y de qué productividad se estuvieron alimentando”, explicó Elorriaga Verplancken.

Los investigadores realizan análisis comparativos entre las colonias de lobos finos de Guadalupe para determinar el grado de segregación que se está dando en las poblaciones.

También han celebrado importantes acuerdos de colaboración con The Marine Mammal Center de California, de EE. UU., a cargo de la maestra en ciencias Tenaya Norris, para la aplicación de marcas satelitales en los ejemplares, que ayudan a determinar las áreas de alimentación de la especie.

En la investigación, examinarán la presencia de agentes de microorganismos en seres humanos, perros y gatos, como toxoplasma, una enfermedad asociada al parásito Toxoplasma gondii; una zoonosis que se transmite entre animales y a seres humanos, incluyendo el lobo fino de Guadalupe.

“La doctora Cara Field, de The Marine Mammal Center, colabora en la evaluación del estado de salud del lobo fino de Guadalupe a partir de análisis sanguíneos, biometrías y químicas sanguíneas; en la aplicación de técnicas de biología molecular para la detección de Brucella sp., Leptospira sp., Toxoplasma gondii, Sarcocystis neurona, influenza y Morbillivirus, a partir de la sangre e hisopados nasales y rectales”, informó Gutiérrez Gálvez.

Causas de mortalidad en neonatos

Entre 2013 y 2016, en las temporadas reproductivas que abarcan los meses de junio a agosto, se documentaron las principales causas de mortalidad en neonatos de la especie: traumatismo corporal, escasez de alimento, principalmente leche materna, y enfermedades como gripe, diarrea y gastroenteritis.

1 neo1403“Las causas comunes de muerte de los neonatos son golpes por caídas o estampidas entre lobos de mayor tamaño, en las que quedan atrapados, porque aún no desarrollan totalmente su movilidad, y por desnutrición, porque la madre es primeriza y no consigue alimento a tiempo para producir leche y amamantar a sus crías; otra de las causas de muerte es el ahogamiento, porque aún no fortalecen suficiente sus músculos para contrarrestar fuertes corrientes marinas. Además se documentaron decesos por casos de gripe, diarrea y gastroenteritis”, detalló Gutiérrez Gálvez.

El doctor Mario Pardo, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), unidad La Paz, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, colaboró en la evaluación del efecto de anomalías oceanográficas en la condición corporal de los neonatos de lobo fino de Guadalupe, durante las temporadas reproductivas de 2014 a 2016.

Reducida variabilidad genética

Durante los siglos XIX y XX, embarcaciones de Estados Unidos y Europa surcaron los litorales de la costa del Pacífico occidental de la península de California, realizando una extensiva caza del lobo fino de Guadalupe para comercializar su pelaje, en consecuencia, a mediados del siglo veinte, la población se redujo hasta considerarse extinta.

En 1954, un grupo de investigadores descubrió catorce ejemplares documentados, que sobrevivieron en Isla Guadalupe, con esos individuos comenzó el proceso de recuperación de la especie.

“La población del lobo fino de Guadalupe, antes de ser objeto de la cacería furtiva, se estimaba en doscientos mil ejemplares, en la actualidad se estima en alrededor de veinte mil ejemplares”, aseveró Gutiérrez Gálvez.

Los investigadores consideran que tales circunstancias de reproducción, en un futuro, podrían dar origen a males congénitos en la especie.

“Al haber pasado por un cuello de botella tan intenso, hay una reducción en la variabilidad genética y esto puede tener consecuencias en la salud de la especie a largo plazo, por lo que también estamos tratando de estudiar este factor en la medida de lo posible”, mencionó Elorriaga Verplancken.

Las legislaciones mexicanas que protegen e incentivan la conservación del lobo fino de Guadalupe han favorecido el gradual proceso de recuperación de su población; sin embargo, advierten los investigadores, este sigue siendo parcial.

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