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Huertas de nopal, espacio de biodiversidad

Por Alan Gómez

Ensenada, Baja California. 10 de febrero de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Durante enero de 2015, el Posgrado en Ciencias de la Vida (PCV) del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) impartió el seminario Hábitats secundarios del altiplano central mexicano: paisajes no ortodoxos para la conservación biológica, a cargo de Mónica Riojas López, bióloga por la Universidad de Guadalajara y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Riojas López aseguró que la conservación de la biodiversidad no debe limitarse a la protección de los hábitats más exuberantes.

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"Cuando pensamos en conservar un paisaje o un ecosistema, quizá una de las imágenes que vienen a la mente son los paisajes donde sabemos que hay una gran diversidad biológica, selvas o bosques con grandes mamíferos; cuando contrastamos esta idea con las imágenes actuales del altiplano mexicano, ¿cuál es la primera impresión? Que ahí no hay nada, que es un desierto; pues resulta que sí lo hay", afirmó la investigadora.

Biodiversidad en resistencia

En la parte central del altiplano mexicano se encuentra la subprovincia de los llanos de Ojuelos, aproximadamente 11 mil kilómetros cuadrados que abarcan zonas de Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí. Esta región, al igual que casi todo el altiplano, estaba conformada por grandes extensiones de pastizales semidesérticos que cruzaban los grandes llanos, y en las partes bajas de la planicie sobresalía un paisaje mexicano que en la actualidad prácticamente ha desaparecido, un paisaje de abundantes matorrales con especies vegetales que los botánicos conocen como xerófilas —adaptadas para sobrevivir con poca agua y en climas muy secos—, la más común de ellas, el nopal (Opuntia ficus-indica).

pato collar mexicano conabio01Pato de collar mexicano (Anas platyrhynchos diazi). Céditos: Manuel Grosselet/Banco de imágenes de Conabio.

"Hace 100 años, esta región tuvo una gran cobertura vegetal, matorrales que parecían verdaderos bosques espinosos, con nopaleras arborescentes que llegaban a los cinco o seis metros de altura", relató Riojas López.

Con el pasar de la historia, el impacto del ganado —sobrepastoreo— y la agricultura en estos ecosistemas semidesérticos han llevado a la disminución rampante de las comunidades ecológicas originales, dando pie a la resistencia de los hábitats secundarios, "que básicamente son parches dentro de un hábitat primario que ya está siendo afectado o modificado, y estos hábitats secundarios retienen cierta parte o cierto conjunto de lo que fue la diversidad original. Por ejemplo, los tanques de agua que ha construido la gente, abrevaderos para el ganado, están siendo ocupados por aves acuáticas como el pato mexicano (Anas platyrhynchos), una especie endémica amenazada", explicó Riojas López.

Una década de monitoreo

De igual forma, para la investigadora, las huertas de nopal tunero que ahora existen en la región contienen suficiente biodiversidad para ser calificadas como un hábitat secundario. La rata canguro (Dipodomys phillipsii), el camaleón de montaña (Phrynosoma orbiculare) y la culebra sorda (Pituophis deppei), entre otras especies con problemas de conservación, han sido monica rojas lopez sni01Mónica Riojas López.observadas entre las hileras de cultivo de las huertas durante los trabajos de campo que Mónica Riojas López ha desarrollado desde el 2001.

"Encontramos que las huertas de nopal tunero, un hábitat agrícola, donde además se están reproduciendo las especies, comparten diversidad con los matorrales xerófilos que aún persisten en la zona. Y otro fenómeno importante es el de los pastizales, un ecosistema amenazado en América del Norte; aunque estos lugares son los de menor riqueza biológica, 80 por ciento de las especies que habitan ahí solo las encuentras en el pastizal", añadió Riojas López.

Por lo tanto, la investigadora invitó a reflexionar en la necesidad de diseñar un esquema en donde dichos hábitats sean tomados en cuenta para crear un esquema regional de conservación. "Pero no estamos hablando de un esquema de bajo aprovechamiento para los pobladores, un esquema de no toques, no entres; nos referimos a un esquema en donde se consideren todas las actividades agrícolas o ganaderas que se están llevando a cabo, un esquema mixto de conservación biológica en donde el aprovechamiento continúe, pero se hagan algunas modificaciones o delimitaciones en pro de la conservación de esta biodiversidad amenazada", concluyó.

Contacto

Mónica Riojas

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