Analizan fenómeno del suicidio en México
Por Dalia Patiño González
Puebla, Puebla. 11 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- "Mamá y papá, espero no estar mal, ni se sientan mal por lo que hice, ustedes no tienen la culpa, esta decisión la tomo yo. Por las mismas causas que ustedes dudarán comprender y saber que esto no fue su culpa, solamente que ya no quiero seguir siendo una mala hija, el mal ejemplo para mis hermanos. Lamento no poder ser como (se omite el nombre por anonimato), realmente lo siento, jamás los llené de orgullo como ustedes esperaban, discúlpenme por no poder sobresalir como quisiera, lamento que Dios les haya mandado tal decepción como soy yo (…) Siempre seré el error y la vergüenza de esta familia, lo siento por no estar en el cuadro de honor como lo está mi primo, perdonen por no tener el intelecto que tienen mis hermanas, perdón por todas las decisiones malas que tomé”.
Este es el fragmento de una carta obtenida por la Agencia Informativa Conacyt con el consentimiento informado del paciente para su publicación. Fue escrita por una joven de 17 años con tendencias suicidas. Ahora está viva gracias a la prevención e intervención oportuna de sus padres y un especialista en psicoterapia.
En México, 40 por ciento de los suicidios registrados en el país en 2014 fue consumado por jóvenes de 15 a 29 años de edad, de acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) coincide en que a nivel internacional, México no tiene índices altos de suicidio en relación con otros países; sin embargo, destaca que en grupos particulares como jóvenes de 15 a 29 años representa la segunda causa de muerte y la sexta en el grupo de cinco a 14 años.
Llamadas de auxilio
La idea suicida la puede tener cualquier persona, y no necesariamente se asocia a las personas que presentan un cuadro de depresión o ansiedad, ya que en riesgo estamos todos, declara en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt la maestra Isabel Stange Espínola, académica e investigadora de la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), con más de 30 años de experiencia como psicoterapeuta en casos de suicidio.
La especialista aseguró que los suicidas generalmente dan indicios o señales antes de quitarse la vida, los cuales deben ser tomados en cuenta como una llamada de auxilio para las personas que están cerca.
Entre las causas más comunes para decidir morir, la especialista destacó la falta de empleo, pobreza, pérdida de un ser querido, divorcio, consumo de sustancias tóxicas, violencia de pareja, abuso sexual, discriminación, depresión, ansiedad, miedo, conflictos de pareja y catástrofes naturales.
“Contrario a lo que se piensa, son pocas las personas que se suicidan en un acto impulsivo, se trata más de un acto planeado y eso me permite entender que si le dice a alguien que piensa suicidarse logrará ayuda, ya que aunque el otro no sepa qué hacer, al reconocer las señales de alerta buscará apoyo para el suicida potencial”.
Además de estas crisis, existen otras advertencias que pueden dar indicios claros de que una persona está en vías de concretar un suicidio. La maestra Isabel Stange señala como señales de alarma inminente: hablar de la muerte como una salida a los problemas, regalar las cosas favoritas, ordenar papeles o asuntos personales, despedirse de seres queridos e investigar sobre sustancias tóxicas y armas.
Cifras en México
Según estimaciones del Inegi, de 2000 a 2014, el suicidio incrementó de 3.5 a 5.2 por cada 100 mil habitantes. Durante el 7o Congreso Internacional de Prevención del Suicidio, celebrado recientemente en la Universidad Iberoamericana Puebla, el doctor Guilherme Borges, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, en su participación expuso que de acuerdo con cifras de la OMS, de 2000 a 2012 el suicidio a nivel global disminuyó casi 25 pro ciento. En el caso de países con ingresos bajos y medianos en la región de América Latina, en el mismo periodo el suicidio decreció ocho por ciento, no así para México que, contrario a la tendencia global, incrementó la muerte por suicidio un 17 por ciento.
“Lo que vemos es una tendencia de concentración elevada de suicidios dentro de los grupos más jóvenes. En el caso de los hombres, registran dos momentos para suicidarse, cuando son jóvenes y en la vejez, mientras que en el caso de las mujeres no es así, ellas optan más por el suicidio cuando son jóvenes”, aseguró el doctor durante su ponencia sobre epidemiología del suicidio en México.
El especialista añadió que en México, tanto en hombres como mujeres, el método para suicidarse más común es por ahorcamiento o asfixia. Aunque en el caso de los hombres hay también una tendencia de incrementar el uso de armas de fuego, mientras que las mujeres recurren al envenenamiento y mucho de estos casos se registran en áreas rurales con el uso de agrotóxicos.
Ideas suicidas
“A los 14 años la idea de suicidarme era más fuerte. Inició cuando murió mi papá a los nueve años; antes mi mamá nos había abandonado, solo se llevó a mi hermano menor. Tiempo después me enteré que mi mamá también murió. La única persona cercana que tenía era una tía que no me prestaba mucha atención y mi abuelita, con quien vivía. Estaba muy confundida, desesperanzada y me preguntaba para qué vivía si no le importaba a nadie, así que desde los nueve años siempre tuve esa idea del suicidio.
“Me cuestionaba para qué seguir aquí. Siempre me puse de plazo la fecha de mis 15 años, en mayor medida yo quería que ese día estuvieran mis padres conmigo más que una fiesta, pero ninguna de las dos cosas tendría y lo sabía, por eso quería morir”, relata en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, una joven de 28 años, quien narró su experiencia bajo la gracia del anonimato.
“Escribir fue un mecanismo para descargar la tristeza y soledad que sentía, esa fue mi luz. Aún conservo esas cartas porque me recuerdan una época difícil que al final me hizo más fuerte. Pensé muchas veces la forma en que pudiera morir rápido y sin dolor. Pensé en arrojarme de algún lugar pero me daba miedo lastimarme y no morir, entonces decidí ir a la Ciudad de México, yo vivía en un pueblo de Oaxaca y pensaba que como no conocía nada, seguro llegando me atropellarían o me pasaría algo, así que poco a poco fui ahorrando y compré mi boleto. Un día antes de irme pedí una señal. Lloré toda la noche, tenía mucho miedo, era el sentimiento que más experimentaba en esa época. Quería irme, pero a la vez sentía temor. Al otro día amaneció lloviendo y no me fui. Ahora lo veo como un milagro porque realmente estaba decidida, yo nunca había salido pero ni de mi colonia, menos del pueblo”.
Las ideas suicidas poco a poco se fueron disipando. Con el tiempo decidió viajar a Puebla y estudiar una licenciatura en la BUAP que está concluyendo con promedio arriba de nueve. Sin embargo, una crisis nuevamente llegaría hace poco más de un año, después de enterarse que su hermano menor falleció y posteriormente su abuelita muriera.
“Ahora sí sentí que realmente estaba sola en el mundo y volví a cuestionarme para qué me quedaba aquí. Sin embargo, poco a poco fui nuevamente saliendo, esta vez gracias a una red de apoyo en la universidad, a la ayuda de una maestra y además sigo escribiendo”.
Para la maestra Isabel Stange, el suicida se siente sobrepasado por un problema que es momentáneo y que puede trabajarse a través de la psicoterapia, y aunque advirtió que pueden existir factores hereditarios, biológicos y orgánicos que también orienten a una persona a tomar esta decisión, hay tratamientos y fármacos que pueden revertir esta intención.
En el caso de los jóvenes, la especialista advirtió que los diferentes tipos de violencia, en especial contra la mujer, también son un factor que abona al problema del suicidio en las mujeres jóvenes, lo mismo que la exigencia que existe para que cumpla de una mejor manera distintos roles dentro de la sociedad, naturalizando la sobrecarga de trabajo y sobre todo los diferentes tipos de violencia.
Otro factor que mencionó la especialista es la falta de contacto directo con el otro y el fomento a la intolerancia.
“La pérdida del contacto cara a cara es un problema que nos afecta, es decir, pueden estar juntos pero cada uno con su celular. Se pierde este contacto de mirarse, de hablar y de compartir. Si se retoma esta práctica con los jóvenes, ellos lo disfrutan porque es una forma de comunicación muy cálida y humana. Y sí, el uso de tecnologías tiene ventajas, pero también los puede convertir en seres más frágiles, porque son más intolerantes a la frustración ya que obtienen todo muy rápido. Solucionan casi de inmediato sus necesidades y problemas que antes requerían de mucho más paciencia”.
Acciones preventivas
Como parte de las acciones preventivas, la BUAP ha diseñado un programa permanente de prevención del suicidio en toda la universidad, el cual está coordinado por el doctor Fernando Santiesteban Llaguno, quien informó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que con el apoyo de estudiantes de psicología, dirigidos por la maestra Stange Espínola, se iniciará en el mes de septiembre una serie de actividades que incluyen conferencias, cápsulas radiofónicas, talleres, asesorías, implementación de un número telefónico para atención, entre otras actividades que involucran información que pueda orientar a los padres de familia, maestros y estudiantes, sobre qué hacer en caso de observar en algún conocido las señales de alarma inminente, así como identificar las ideas suicidas.
“La idea parte de prevenir mediante el apoyo que la otra persona puede dar. Iniciaremos en los cinco complejos regionales que tiene la universidad para atender a una población aproximada de ocho mil jóvenes, en esta primera etapa, ya que buscamos que esto no sea solo un evento, sino un programa permanente que llegue a todos los niveles dentro de la BUAP, porque todos somos vulnerables a este problema”, indicó Santiesteban Llaguno, coordinador del gabinete administrativo de la universidad.
Entre las recomendaciones que este programa incluye para atender un caso de alarma está brindar compañía; no dejar sola a la persona; no reprochar ni castigar opiniones ni ideas; escuchar atentamente; no minimizar el problema; buscar ayuda profesional; realizar caminatas de 10 minutos, preferentemente en lugares verdes; respiraciones profundas; ordenar horarios; escribir los problemas y darles un orden para su posible solución; organizar las actividades diarias; arreglarse; identificar cualidades, escribirlas y leerlas diariamente, y sobre todo, recordar que los problemas que perturban se verán diferente con el tiempo.
El comportamiento suicida se puede revertir en cualquier etapa de la vida si la persona recibe ayuda.
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