Investigan efectos del alcohol en ritmos biológicos
Por Hugo Valencia Juliao
Ciudad de México. 12 de abril de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Una investigación de alumnos de posgrado del Departamento de Fisiología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) contribuiría al conocimiento sobre el reloj biológico celular y cómo su desincronización aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
El proyecto, liderado por el doctor en ciencias quimicobiológicas Iván Villanueva Becerril, tiene el objetivo de reconocer la importancia y la alteración de los ritmos biológicos y, con ello, su relación con diversas patologías como la obesidad, la hipertensión y el cáncer.
La importancia de la investigación reside en que la desincronización temporal de las células, de grupos celulares o de tejidos en el cuerpo puede provocar que los mecanismos de autodefensa no actúen correctamente.
Los científicos desarrollaron un estudio en el que revelaron que el alcohol puede ser un factor que provoque la desincronización entre tejidos, además, comprobaron que una mala rutina en mujeres embarazadas puede hacer más propenso al bebé a desarrollar enfermedades relacionadas con el síndrome metabólico.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué es la desincronización del cuerpo?
Iván Villanueva Becerril (IVB): En principio, la desincronización es que los ritmos de actividad de diferentes tejidos no coincidan entre sí, lo que podría provocar que un órgano o tejido realice algo en un momento inapropiado del día.
Cuando decimos que hay desincronización, nos referimos a que una persona lleva un horario irregular o cambiante. Nuestro interés es saber por qué este hecho tan simple puede contribuir a generar cierto tipo de patologías.
Esto me gusta entenderlo como una orquesta que para lograr su objetivo, las decenas de instrumentos tienen que tener una coordinación casi perfecta, si no fuera así, se convierte en una situación caótica.
AIC: ¿Qué son los ciclos endógenos?
IVB: Ya está más o menos establecido que nuestro cuerpo tiene un mecanismo de reloj, de hecho, se ha descrito un mecanismo molecular. Lo que no está muy claro es cómo esos relojes de las células se coordinan entre sí.
Nosotros conocemos ritmos de nuestras vidas, como el del sueño o el del hambre, lo que no hemos podido descifrar es cómo todos los órganos y tejidos se coordinan entre sí para mandar esa señal al cerebro. Es decir, los órganos entran en ciertas actividades de manera muy coordinada y no sabemos cómo producen un ritmo coherente.
Cuando se alteran los tiempos de los diferentes tejidos, pueden sobrevenir problemas crónicos, por lo cual personas que por su trabajo o medio de vida tienen que llevar horarios cambiantes son más propensas a contraer enfermedades crónicas. Aunque todavía no hemos hecho un análisis cuantitativo.
El hecho de llevar una ritmicidad regular de las actividades puede servir para que el cuerpo no logre desarrollar ese tipo de enfermedades crónicas. Sin embargo, llevar las actividades bajo un estricto horario no implica que no te puedas enfermar, ya que hay muchos otros factores que intervienen.
AIC: ¿Cómo encontraron que el alcohol altera estos ritmos biológicos?
IVB: Nos basamos en el hecho de que el alcohol es una sustancia de consumo muy cotidiano, por lo que es una buena referencia de estudio. Nuestro interés fue valorar hasta qué punto consumir alcohol en ciertas circunstancias podría influir como un factor adicional en la desincronización de los tejidos del cuerpo.
Lo que encontramos es que efectivamente el alcohol puede contribuir a la desincronización. Esto lo demostramos en un modelo animal, descubrimos que si el alcohol es suministrado a cierta hora del día puede producir mayor desincronización, en cambio, en otro momento del día puede llegar a ser inocuo con respecto al desfase de los ciclos biológicos.
Esto sucede porque vuelve más lenta la integración nerviosa, es decir, implícitamente retrasa la capacidad de integración. Por lo que esa fue la hipótesis original del estudio.
AIC: ¿Cómo ha avanzado la investigación alrededor de este tema?
IVB: Es una pregunta complicada porque, de hecho, no sabemos cuánto necesitamos saber. Sabemos muy poco hasta ahora; sin embargo, se han dado algunos pasos importantes pues ya sabemos qué es el reloj biológico del organismo, gracias a la investigación que ganó el Premio Nobel de Medicina en 2017 (por el descubrimiento de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano) que logró identificar los componentes que conforman el reloj biológico de las células.
Lo que hace falta por conocer, y en eso estamos trabajando, es cómo se sincronizan los relojes biológicos de los grupos celulares y de los tejidos entre sí.
En otro estudio que realizamos sobre la desincronización en mujeres embarazadas, pudimos demostrar que causa un impacto sobre la descendencia y esto podría explicar la alta propensión de la diabetes o la obesidad desde muy temprana edad.
Esta desincronización puede ser provocada por nuevos factores en el ritmo de vida de las personas que se han producido en las sociedades en los últimos 30 o 40 años. No hemos cuantificado cómo afectan estos factores pero es un hecho que sucede. Es decir, sabemos que esto interviene pero no sabemos qué tanto intervine en comparación con la dieta, entre otros hábitos.
AIC: ¿Cuáles son los siguientes pasos en torno a esta línea de investigación?
IVB: Nos estamos vinculando con otros investigadores, en particular con algunos del Instituto de Neurobiología y el Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con el objetivo de formar un grupo amplio con el fin de fortalecer las capacidades en torno a la cronobiología.
Uno de los problemas que hemos presentado en el proceso de investigación ha sido la poca atención que se le presta a este tipo de estudios en general. Sin embargo, han surgido varios grupos de investigación a nivel mundial que realizan importantes avances en la cronobiología involucrada con la dieta nutrimental.
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