Exploran la magnitud de violencia y maltrato en niños y adolescentes mexicanos
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 5 de junio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- A través de la Coordinación de Estudios Avanzados en Maltrato Infantil y Prevención (CEAMI-P) del Instituto Nacional de Pediatría (INP), Abigail Casas Muñoz y colaboradores realizan una investigación para recabar información sobre los tipos de violencia que se ejerce en los niños y adolescentes mexicanos, a fin de plantear, en un futuro, proyectos para su prevención.
La violencia contra los niños y adolescentes no conoce límites de cultura, clase social o educación. A nivel global, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) estima que tres de cada cuatro niños son víctimas de algún tipo de disciplina violenta y seis de cada 10 son castigados por medios físicos, mientras que cada siete minutos que transcurren, un adolescente es asesinado por un acto de violencia. Dicha institución reconoce que se trata de un tema que permanece, en gran medida, sin documentar y por tanto su magnitud es incierta.
De acuerdo con Abigail Casas Muñoz, la prevalencia real de la violencia y maltrato infantil en niños y adolescentes en países de primer mundo (en donde se tiene información que proviene de registros sistemáticos) es 70 veces mayor a la reportada; es decir, por cada caso que se reporta hay 70 más que no están identificados. “Existe una gran brecha entre lo que se sabe sobre la violencia ejercida en este grupo poblacional y las acciones a tomarse al respecto”, comentó.
En palabras de la maestra en ciencias y especialista en el tema de violencia infantil, México carece de datos concretos respecto a la magnitud y el tipo de violencia que viven los niños y adolescentes del país, así como de un sistema nacional de recolección de datos respecto al tema; aunque reconoce la existencia de encuestas y estimaciones realizadas por organismos nacionales e internacionales, pero estas no documentan todas las formas de violencia existentes porque sus objetivos tienen otra dirección.
“Lamentablemente en México no existe un sistema para recabar esta información, pero existe un estimado de la Unicef en el que se reportó que entre 52 y 62 por ciento de los niños han experimentado una situación de violencia en algún momento de su vida. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha dicho que el país ocupa el primer lugar en la materia. Es una situación que necesitamos atender y que no podemos postergar. Hay que conocer el problema”, compartió Abigail Casas en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
Como parte de esta inquietud, la línea de investigación de Abigail Casas Muñoz, también miembro de la Academia Mexicana de Pediatría, está diseñada para establecer el diagnóstico situacional de la violencia hacia niños y adolescentes, para luego desarrollar estrategias preventivas.
Para este trabajo, Abigail Casas y colaboradores llevarán a cabo la aplicación de un instrumento intercultural, ICAST-C, desarrollado por más de 122 expertos internacionales y que ya se ha adaptado en diferentes países.
El ICAST-C, que significa Estudio de transición de la niñez a la adolescencia, es un instrumento de encuesta multinacional, multilingüe y basado en el consenso. Está disponible en seis idiomas para la investigación internacional para estimar la victimización infantil.
“Nos dimos la tarea de generar una forma sistemática de poder medir la violencia. Decidimos adoptar este instrumento y validarlo en México, ya que explora las cinco variantes de violencia más importantes. La idea es incrementar la evidencia científica sobre la magnitud y las consecuencias e identificar qué tan prevenible es el fenómeno de acuerdo con la cultura y la sociedad donde se lleva a cabo la violencia”, explicó.
Para entender la problemática, dice Abigail Casas, es necesario unificar las definiciones de las diferentes formas de violencia que existen: física, sexual, emocional, exposición a la violencia y negligencia. Por un lado, la violencia física es aquella que incluye los castigos corporales y todas las formas de tortura, trato o castigo cruel, inhumano o degradante; además, el maltrato físico entre pares o el acoso escolar (bullying físico) y las novatadas cometidas por adultos u otros niños.
Tipos de violencia
La violencia sexual hace alusión a cualquier actividad sexual impuesta por un adulto a un niño, como la explotación sexual comercial, el uso de infantes en audios e imágenes de abusos sexuales infantiles, matrimonio forzado con menores de edad.
De acuerdo con información de la OMS, las actividades sexuales también se consideran como abuso cuando son cometidas contra niños por otro menor de edad si el ofensor es significativamente mayor que la víctima, o bien cuando utiliza medios de presión (el poder, amenazas) para realizarlas.
Dentro de la violencia emocional se incluyen todas las formas de relación emocional perjudicial sostenida contra un niño, la exposición a la violencia doméstica, el bullying psicológico y cyberbullying, confinamiento, detención en aislamiento, humillación o en condiciones degradantes, herir sentimientos, por mencionar algunas formas de violencia.
“El abuso emocional se enfatiza más en las últimas etapas del colegio y los adolescentes suelen recibir un abuso emocional mucho mayor, también se incrementa el abuso sexual, aunque este último está presente a lo largo de toda la vida”, dijo Abigail Casas.
Respecto a la violencia de tipo negligencia, se refiere a cualquier falla para cumplir con las necesidades físicas y psicológicas de un niño, para protegerlo de daños físicos y emocionales y no brindarle servicios médicos, así como su registro de nacimiento y otros servicios como responsable de su cuidado cuando se tienen los medios, el conocimiento y el acceso a los servicios para hacerlo.
El instrumento ICAST-C está diseñado para identificar las distintas exposiciones de violencia a las que está expuesta la población en estudio —niños y adolescentes— desde el hogar, la comunidad e instituciones. También permite conocer el nivel de relación que tiene el perpetrador de la violencia con la víctima. De manera inicial, este instrumento (encuesta) ya se aplica en escuelas secundarias de la delegación Tlalpan, Ciudad de México.
Previo a esta investigación, la doctora Abigail Casas realizó una proyecto en niños para establecer el concepto de maltrato infantil, esta información ha sido útil para adaptar el instrumento al lenguaje de este grupo poblacional.
“Por ahora estamos en la validación del instrumento (encuesta), su aplicación finalizará en 2019. Y se espera que más adelante su aplicación se realice en una población de siete a 17 años a nivel nacional. Al tener un análisis de la situación de la violencia contra niños y adolescentes, nuestra idea es proponer modelos de intervención”, refirió Abigail Casas.
Esta línea de investigación tiene una proyección de 20 años, por lo que también se plantea explorar el fenómeno en niños menores de siete años.
Consecuencias
La violencia a temprana edad tiene consecuencias en el desarrollo cerebral y en el sistema inmunológico de las víctimas. Y aunque sus impactos en cada individuo varían de acuerdo con su contexto social, los cinco tipos de violencia expuestos anteriormente pueden afectar la salud física y mental de las víctimas.
“Cuando un adolescente ha vivido con violencia desde muy pequeño, corre el riesgo de tener un incremento de ideas suicidas, consumir sustancias adictivas y tener mayor contacto con el sistema de justicia penal. Las experiencias negativas también se asocian al desarrollo de problemas cardiacos, obesidad, depresión, comportamiento antisocial, disminución en el desempeño académico, etcétera. Las lesiones físicas resultan, en algunos casos, en alguna discapacidad e incluso la muerte”, compartió.
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