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¿Tiene valor moral un cadáver humano?


Por Amapola Nava

Ciudad de México. 12 de octubre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- El aprendiz en algún momento debe tomar el papel del maestro. El más experto cirujano alguna vez tuvo que tomar el bisturí y operar por primera vez, y para Beatriz Vanda Cantón, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no hay mejor libro ni mejor forma de aprender que de un cadáver.

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“La necropsia tiene un valor incalculable para las ciencias médicas porque permite entender las causas de la muerte, relacionar el cuadro clínico con las lesiones en el cuerpo y, por lo tanto, a reconocer nuevas enfermedades y cómo se están comportando, también a prevenir errores médicos y detectar fallas en el diagnóstico. Y todo esto no es sino un cúmulo de conocimiento para ayudar a los vivos, ya sean sanos o enfermos”.

Al morir, el cuerpo de una persona puede tener diferentes destinos, puede ser enterrado o incinerado, pero también puede ser un regalo. Si se destina a la donación de órganos, aumentará la esperanza de vida de una persona y si el cuerpo se dona a una institución académica o científica, será una fuente de conocimiento de anatomía, patología, técnicas quirúrgicas y muchas otras disciplinas.

Desde hace dos años, en la UNAM, inició el Programa de Donación de Cuerpos de la Facultad de Medicina, que tiene como objetivo coordinar la disponibilidad de cuerpos para la investigación, el desarrollo de nuevos procedimientos quirúrgicos y la enseñanza de las ciencias médicas. El programa ya tiene inscritas a mil 430 personas que, de manera altruista, donarán sus cuerpos a la ciencia, así que la ética es uno de sus ejes rectores en el trato a los donadores en vida y a su cuerpo después de la muerte.

“Muchísimas generaciones de estudiantes hemos aprendido de estos cuerpos y a los alumnos se les enseña un manejo cuidadoso de ellos, no porque el cadáver sienta, sino por lo que representa, por la vida y los sentimientos que albergó y por la persona o el ser viviente que fue algún día”.

Pero los aspectos éticos de la donación de cuerpos no son un asunto resuelto y como parte del Primer Congreso Internacional de Donación de Cuerpos —que se realizó del 8 al 10 de octubre—, filósofos, médicos, abogados y otros especialistas, entre ellos Beatriz Vanda, discutieron sobre cuestiones como si los cadáveres tienen valor moral y por qué, sobre si los cuerpos de los animales muertos deben recibir un trato ético en las facultades de veterinaria y si la legislación respeta las decisiones de los donadores.

Cadáveres animales

1-mariajesus1218.jpgCuando Beatriz Vanda habla sobre el respeto que merecen los cadáveres no se refiere solo a los cadáveres humanos, Beatriz estudió la licenciatura en medicina veterinaria y zootecnia y, ahora, como profesora de anatomía patológica trabaja con cuerpos que, aunque no son cuerpos humanos, siente hacia ellos la gratitud que se puede sentir hacia un maestro que revela la materia y la configuración de la vida.

Durante el congreso, la doctora en bioética dejó clara su postura: los cadáveres animales deben recibir un trato digno y respetuoso por parte de estudiantes y científicos. De hecho, planteó la necesidad de que la Facultad de Veterinaria transite hacia un modelo de donación de cuerpos como el que tiene la Facultad de Medicina, pero para cuerpos de animales, no humanos.

Un programa de este tipo permitirá educar en un trato ético hacia los cadáveres desde el momento de la disposición.

“Tenemos claro que los cadáveres no son solo fragmentos de tejidos. Que detrás hubo una vida con una historia, sentimientos y afectos, sea cual sea su especie”.

Lo que no está tan claro, según el doctor en filosofía Gustavo Milla, es bajo qué teoría se puede asignar valor moral a un cadáver sea animal o humano.

El valor moral de los cadáveres

“Todos coincidimos que hay formas dignas de tratar un cuerpo humano y cosas que no se deben hacer con el cuerpo de una persona muerta”, dice Gustavo Milla, y pone como ejemplos la necrofilia o el acto de sumergir un cadáver en ácido para  desaparecerlo.

“Pero aunque todos estemos de acuerdo en eso, la cuestión del valor moral del cadáver de un ser humano presenta ciertos desafíos a las teorías sobre el estatus o el valor moral y a las teorías sobre la dignidad”.

El filósofo explica que tener estatus o valor moral significa tener un valor diferente y mayor al resto de las cosas en la naturaleza, tener una posición de importancia o, en un sentido más fuerte, tener derechos. El valor moral impone un trato respetuoso y ciertas obligaciones morales. El problema es que no está muy claro con base en qué teoría un cadáver debería tener valor moral.

El valor moral lo atribuimos dependiendo de ciertas características de las cosas, explica Gustavo Milla, y una de esas características es la sensibilidad o la capacidad de sentir. Si se acepta que todos los seres que sienten tienen valor moral, los animales tienen valor moral, los fetos con cierto desarrollo cerebral tienen valor moral, pero bajo esa teoría el cadáver no tiene valor moral.

Otra teoría establece que el valor moral está dado por las capacidades cognitivas de racionalidad y conciencia, pero los cadáveres tampoco cumplen con esa característica. Una tercera teoría dice que la base es la agencia moral, pertenecer a una comunidad moral y tener intereses, pero los cadáveres han dejado de tener intereses. Una cuarta teoría propone que todos los seres humanos tienen valor moral. Esta teoría sí contempla a los cadáveres, pues aun sin vida siguen siendo humanos.

El problema, según Gustavo Milla, es que bajo esta teoría, los animales no tendrían valor moral y los cigotos sí tendrían valor moral, lo cual es un problema en temas como el maltrato animal, el aborto o la reproducción asistida. Además no explica por qué pertenecer a determinada especie tiene valor moral, a menos que se incluyan criterios externos como la racionalidad, que ya es una mezcla de teorías.

1-examcuerp1218.jpgExaminando un cuerpo de pez. Laboratorio del Centro de Ingeniaría Sanitaria Robert A. Taft, Cincinnati, Ohio. U.S. National Library of Medicine.Finalmente, el filósofo habla de una teoría basada en relaciones, en la que las relaciones personales con algunos individuos o criaturas dan valor moral a esos seres. Bajo esta propuesta, los cadáveres tienen valor moral porque sus seres queridos tienen relación con él.

Pensamos que las personas que tienen relaciones con un individuo que ha fallecido tienen obligaciones hacia un cadáver. Pensamos que la familia tiene un derecho sobre el cuerpo y, de hecho, ellos tienen la última palabra de lo que sucede en los procesos de donación de órganos o cuerpos. No es fácil explicar por qué creemos eso, pero así es, señala Gustavo Milla.

“No obstante, esto tiene una objeción clarísima, hay personas con las que no tenemos ninguna relación y, sin embargo, pensamos que su cuerpo merece respeto. No da cuenta del valor intrínseco de los seres”.

El filósofo dice que no tiene una respuesta clara, pero que es importante reflexionar y llegar a una teoría consistente del valor moral, pues de no tenerla se corre el riesgo de tratar injustamente a seres que tienen valor moral pero a los que no se les reconoce.

“A lo largo de la historia ha habido grupos a quienes no se les ha reconocido valor moral o a quienes se les ha reconocido menor valor moral, como a las mujeres, los esclavos, ciertos grupos raciales o étnicos, etcétera. Y ahora diríamos que a los animales”.

Las leyes y el respeto a la voluntad del donador

En vida, un donador deja constancia de su voluntad de donar su cuerpo a la ciencia y la Ley General de Salud, en su título decimocuarto, protege esta decisión al establecer la figura del donador explícito. Pero en la misma ley existe la posibilidad de que un familiar se oponga al deseo del fallecido. En este sentido, la decisión del familiar se convierte en la última palabra, planteando un problema a la cuestión de la autonomía, comenta María de Jesús Medina Arellano, abogada y doctora en bioética y jurisprudencia médica.

“Por eso es tan importante hablar con nuestros seres cercanos sobre estas decisiones. Para que le den un valor a lo que queremos que pase con nuestro cuerpo después de la vida, entiendan nuestro concepto de trascendencia y que nuestras decisiones sean respetadas”.

Si la familia se opone al cumplimiento del deseo del fallecido, no se estaría respetando la autonomía del donador después de la muerte. Pero María de Jesús Medina considera que eliminar la capacidad de la familia para decidir qué va a suceder con el cuerpo de un ser querido fallecido llevaría a ignorar las características culturales del país.

“Muchas de nuestras alegorías a la muerte, de nuestras celebraciones, como las del mes de noviembre, existen porque vemos el cadáver desde una perspectiva moral y le damos un valor de santidad y sacralidad. Y esa cuestión cultural se debe tomar en cuenta en la legislación, para no afectar a la familia del fallecido”.

María de Jesús Medina comenta que este año se discutió la posibilidad de modificar la Ley General de Salud para eliminar el artículo que establece que la oposición de las familias en la donación de órganos y cuerpos puede inhabilitar la decisión expresa del donador.

1-examcuerp1218-1.jpgCongreso Internacional de Donación de Cuerpos.“No pasó esta reforma, digo yo, afortunadamente, porque si bien quisiera que se respetara mi decisión de donar mi cuerpo a la ciencia y a la enseñanza, sé que mi cuerpo tiene un valor para las personas con quienes me relacioné en vida, en este caso la familia”.

De hecho, el cuerpo tiene un significado tan fuerte que cuando en una familia hay una desaparición, las personas no logran empezar su duelo hasta ver el cuerpo, sin importar que les digan que su ser querido está muerto, explica la doctora en derecho Delta Alejandra Pacheco Puente.

“Cuando alguien dice: 'No me importa el cuerpo', yo le pregunto, 'Si uno de los 300 cadáveres que se encuentran en los tráileres en Jalisco fuera tu hijo, ¿te importaría?'”.

Nuestra obligación moral con la ciencia

La discusión sobre la ética en la donación de cuerpos dejó muchas preguntas abiertas en el Primer Congreso Internacional de Donación de Cuerpos, pues esa es una característica de la filosofía, explica Delta Pacheco. Pero recuerda que la ética implica tomar una posición, aunque no absoluta o definitiva, que permita resolver los problemas cotidianos.

“[Entonces] si consideramos que el cuerpo de una persona no está vinculado a su integridad ni a su dignidad, es un objeto, que en el momento en que morimos deja de tener relevancia. Sin embargo, yo sí creo que en los cuerpos reconocemos algo de nuestra humanidad. No es una respuesta definitiva, pero es una respuesta que tiene implicaciones, porque nos lleva a un trato diferente de aquel que tuvo vida y la compartió, con sus rasgos de humanidad”.

 

 

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