Visión científica y uso terapéutico de la marihuana
Por Susana Paz
Ciudad de México. 2 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Para los otomíes de la Huasteca veracruzana, la marihuana es una deidad que veneran en calidad de "santo" cuyo nombre es Santa Rosa; la consumen ritualmente y también se le ha asociado con otras deidades. Según el Atlas de la Medicina Tradicional Mexicana, la marihuana es una planta medicinal de uso antiguo cuya efectividad en el tratamiento de las reumas se ha corroborado de forma experimental al confirmar sus acciones desinflamantes y analgésicas.
La Cannabis sativa, originaria del Himalaya boreal y occidental, ha tenido un uso milenario, ya sea que se haya empleado con fines religiosos, recreativos, médicos e incluso textiles.
Actualmente su utilización está revestida de estigma, mitos y criminalización al ser la droga más consumida a nivel mundial. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2013 había 180.6 millones de consumidores de cannabis en el mundo.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, la marihuana sigue siendo la droga de mayor consumo, pues representa 80 por ciento del uso ilegal de drogas. La Ciudad de México presenta el nivel de utilización más alto, con 61 por ciento.
En este contexto y en medio del debate sobre su legalización en el país, fue presentada una obra que aborda la epidemiología de su consumo, tipos de usuarios, factores de riesgo, impactos biológicos, sociológicos y sociales de su uso, programas preventivos y, finalmente, su uso medicinal y cualidades terapéuticas desde una mirada científica y rigurosa, según afirmó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers.
Titulado Marihuana y salud, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y coordinado por el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, reúne a importantes especialistas en el tema quienes realizan una revisión sistemática de la planta, partiendo desde sus propiedades botánicas y farmacológicas hasta sus implicaciones sociales, culturales y legales.
Para el titular de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, José Armando Ahued Ortega, se trata de la obra más completa y puntual escrita en México y América Latina sobre la materia. Un texto que aborda esta sustancia desde el punto de vista médico y con una perspectiva de derechos humanos.
El director del FCE, José Carreño Carlón, aseveró que este libro es un llamado a derribar mitos y a romper, en nuestro país, el muro de la desinformación y del silenciamiento de un tema por muchos años considerado tabú.
“Estamos llenos de mitos y leyendas. El libro no juzga, no prejuzga, el libro informa. No hay conclusiones deliberadamente, las conclusiones las saca cada quien. No traemos una posición a priori sobre qué hacer con la marihuana. Es una pregunta muy compleja, ahí dejamos los hechos, ahí los señalamos, los documentamos. De eso se trata, de informar para que el debate sea un debate informado y con sustento”, expresó Juan Ramón de la Fuente.
Sobre esta obra, Marihuana y salud, es que se esboza un panorama amplio para conocer más sobre esta planta de orígenes y uso ancestral y de sus posibilidades terapéuticas en el futuro. “Léalo y entérese de las verdades en relación con este mítico enervante”, afirmó Graue Wiechers.
Cannabis, cannabinoides y marihuana
Cannabis sativa es el nombre botánico de la planta y en ella se distinguen algunas variedades. Se conoce desde tiempos inmemoriales y tiene usos múltiples, “es casi como el puerco, en donde solo nos falta comernos las pezuñas. De la Cannabis sativa se utiliza casi todo lo que contiene la planta”, afirmó el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, quien presentó la obra y aclaró algunos términos para mayor comprensión del tema.
Explicó que el tallo de la cannabis es el cáñamo y este se empleó como fibras desde antes de nuestra era, dada su resistencia. El cáñamo lo usaban los griegos en la elaboración de hilo, papel, calzado y otros artículos.
“Solo como referencia para algunos legisladores prohibicionistas, habría que recordar que la Constitución original de los Estados Unidos de Norteamérica está escrita en papel de cáñamo. Por supuesto, esto antes de la prohibición de que fuera objeto la marihuana en los años 20 del siglo pasado”, aseveró.
Al desecar las hojas, flores y tallos pequeños de la Cannabis sativa, se obtiene la marihuana; nombre del que se ignora cuándo y por quién fue bautizada así, pero el término es prácticamente universal.
De los cogollos, que son las pequeñas glándulas que tiene la planta, se obtiene una resina que al desecarse y prensarse constituye otro enervante conocido como el hachís. Tallos pequeños, hojas, flores, semillas y cogollos contienen una serie numerosa de sustancias a las que se les llama cannabinoides.
Los cannabinoides son las sustancias psicotrópicas, es decir, actúan sobre el sistema nervioso central, alteran la percepción sensorial del individuo al que se le administran y tienen efecto sobre otros órganos, explicó Graue Wiechers.
Hay muchas de estas sustancias cannabinoides en la Cannabis sativa y en sus variedades. De ellas una ha sido muy bien estudiada, el tetrahidrocannabinol, principal sustancia psicotrópica.
“Por sus efectos psicotrópicos, la marihuana fue severamente juzgada, se pasó del lado de las drogas ilegales y sus empleadores fueron marginados socialmente. Pero el libro lo dice, y hay que decirlo también, no es más dañina que el tabaco o que el alcohol; de hecho no se le conoce dosis letal. Pero eso sí, tabaco y alcohol se quedaron del lado de las sustancias legales y socialmente aceptadas. Los efectos a la salud de unas y otras están presentados comparativamente en el texto”, aseveró.
Fue a finales de los años 60 del siglo pasado, dijo, que se descubrió que en nuestro cuerpo existían receptores cannabinoides en un sinnúmero de lugares y que nosotros, como seres humanos, producíamos una serie de sustancias —los endocannabinoides— que actuaban en ellos de forma permanente y que modulaban varias de las funciones vitales, como el estado de alerta, el dolor y la inflamación, entre otros.
Con ese descubrimiento se despertó un interés por estudiar los cannabinoides que contenía la Cannabis sativa. “Y así empezaron a emerger una serie de evidencias científicas irrefutables sobre las bondades terapéuticas que presentaba la planta”.
De esta forma, tal y como se documenta en la obra, se han demostrado sus grandes cualidades antiepilépticas, es útil en el control de la náusea causada particularmente por la quimioterapia, en tratamiento de glaucoma y la anorexia, en artritis y otras enfermedades autoinmunes; asimismo, se utiliza en el tratamiento de la espasticidad muscular asociada a esclerosis múltiple y en algunos trastornos del sueño.
“Por todo lo anterior son de celebrarse las iniciativas de ley encaminadas a permitir el uso de los cannabinoides de orden terapéutico en la farmacopea mexicana. Su enorme potencial hace necesaria y urgente su inclusión. El uso medicinal de los cannabinoides —de la marihuana, si así se quiere decir— parece ser ya una realidad y, en buena medida, se debe al impulso que a esa iniciativa diera también el doctor De la Fuente y muchos de los autores del texto”, declaró el rector.
Pero además, a consideración de Graue Wiechers, el libro Marihuana y salud trasciende el empleo medicinal y plantea evidencia de otra naturaleza. Señala, por ejemplo, que la verdadera adicción a ella es menor de 10 por ciento de los usuarios y que la mayor parte son consumidores eventuales; que no existen evidencias científicas de que su uso sea un paso obligado a adicciones mayores y que su asociación con la depresión, psicosis y esquizofrenia no está lo fehacientemente demostrada en los distintos metaanálisis.
“Lo anterior tiene una importancia capital porque el consumidor de la marihuana —ocasional o frecuente— puede ser un adicto si ustedes quieren, pero no es un criminal y por ello nunca debiese ser tratado como tal. De ahí otra inmediata lección que deja el texto que es la necesidad de descriminalizar su uso y elevar el gramaje a los niveles internacionales. Pero otro asunto totalmente distinto es el de legalizarla y liberalizarla. Esto último tiene una serie de aristas que la sociedad en pleno debe discutir y reflexionar”, opinó.
Y es que dijo que no se trata de una droga inocua, pues hay evidencias que señalan que los consumidores regulares que inician en la adolescencia o a edades tempranas tienen mayores probabilidades de deterioro de la memoria, de problemas en la toma de decisiones y en la flexibilidad cognitiva, con el consecuente deterioro del coeficiente intelectual y eventualmente pueden desarrollar mayores cuadros de depresión o de psicosis.
“Como médico y como presidente de la Academia Nacional de Medicina, celebro las iniciativas para permitir el uso medicinal de los cannabinoides, estos serán una nueva arma terapéutica en los casos donde otros medicamentos no tienen efecto, y su inclusión dará pie a conocer más sobre ella y eventualmente al crecimiento de la industria farmacéutica nacional. Este libro es el primer episodio de un cambio que la sociedad debe emprender", afirmó el rector de la máxima casa de estudios del país.
Antecedentes y seminarios
Según Enrique Graue Wiechers, la idea de la edición de esta obra, como se señala en el prólogo, nació del Seminario de Estudios de la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Y es que afirmó que hace tres años Juan Ramón de la Fuente le expresó su inquietud por la falta de disposición de opiáceos en los hospitales con los enfermos que tienen dolor intenso; esto debido a las barreras legales, burocráticas, sanitarias y hasta de mercado.
“Me pidió entonces que reuniera a los actores que tuvieran que ver con el tema y, en mi calidad de director de la Facultad de Medicina, le presté ese auxilio. No fueron necesarias prolongadas discusiones al respecto. Pocos meses después de haber iniciado sus trabajos se habían roto las barreras y conseguido los acuerdos, se hicieron las reformas jurídicas necesarias, y con ello los opiáceos ya están accesibles hoy en día para los enfermos que requieren de estos potentes analgésicos”, comentó.
El asunto de los opiáceos como medicamento, ya resuelto, cerró con un seminario al que titularon “Morir con dignidad”. Con este antecedente, dice el rector, Marihuana y salud era otra cruzada que se tenía que librar. Para ello, el doctor De la Fuente reunió un experto grupo multidisciplinario que aborda desde los principios moleculares hasta los efectos del consumo de la marihuana en la sociedad: médicos, abogados, psiquiatras, farmacólogos, psicólogos e investigadores connotados en la fisiología del sistema cannabinoide, quienes configuraron una obra que se caracteriza por su rigor científico.
José Carreño afirmó que para dar una idea de lo bien documentado del contenido, de las 456 páginas del libro, 71 son de bibliografía a la que se puede recurrir para ampliar el tema. Además, para ayudar a familiarizarse con conceptos especializados, tiene más de 20 páginas de glosario.
“Si bien tiene estas características científicas, no es un libro para científicos, lo es para el lector ávido en temas de actualidad. Su gran virtud es que está escrito por académicos acostumbrados a enseñar. Y por ello utiliza un lenguaje sencillo que permite su ágil lectura, para cualquier lector que busque una información de consulta rápida y precisa. El texto contiene una serie de recuadros con los puntos más importantes y a manera de resumen se incluyen dentro del contenido en cada uno de los capítulos. De ahí su fácil y ágil consulta”, afirmó Graue Wiechers.
El secretario de Salud de la Ciudad de México, José Armando Ahued Ortega, la consideró una investigación seria y ampliamente documentada del potencial medicinal de los cannabinoides, que si bien propone explorar vías diferentes a la prohibición, no es una apología al consumo de la marihuana ni condena a los consumidores.
Y es que afirma, el libro critica la estigmatización que la sociedad hace a quienes consumen la sustancia, que al segregarlos y condenarlos a la clandestinidad e ilegalidad, propicia actitudes defensivas y violentas.
“La política prohibicionista cierra el círculo vicioso al inhibir la investigación científica y frenar la producción por parte de la industria farmacéutica de nuevos medicamentos. La prohibición, ya lo estableció la Suprema Corte de Justicia de la Nación, atenta con el derecho humano a la libre elección”, expuso.
Para el funcionario, es incontrovertible la tesis del uso medicinal de la cannabis desde la óptica de salud. Por lo que dijo, es conveniente invertir recursos y tiempo en una investigación científica médica y es necesaria una regulación estricta con un enfoque médico.
En lo que respecta a la Secretaría de Salud de la Ciudad de México y a los servicios de salud de la capital, Ahued Ortega aseveró que el jefe de gobierno ha instruido para que se dé curso al empleo medicinal de los cannabinoides en donde la evidencia científica haya probado su eficacia, aunque para ello habrá que esperar la aprobación de nuevas leyes.
Para el coordinador de Marihuana y salud, Juan Ramón de la Fuente, no hay un médico que esté contra el uso terapéutico de los derivados de la cannabis. Pues si bien todas las drogas tienen efectos, si esos efectos están bien controlados, dosificados y empleados pueden ser "extraordinarios".
“La gran pregunta es si el Estado mexicano, como se diría coloquialmente, va a tomar el toro por los cuernos, es decir, vamos a regular este mercado, porque el prohibicionismo como tal lo único que hace es dejar todo esto en manos del crimen organizado. Es un tema controvertido, claro que lo es, quién pensaba que no iba a serlo. El gran cambio que estamos viviendo en México es que hace algunos años, probablemente, ni este libro se hubiera podido publicar, ni estos temas se hubieran podido discutir como se están discutiendo”, expresó De la Fuente.
Para el exrector e investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM, este libro ha salido en un momento oportuno. "Ha sido un instrumento más que ha permitido nutrir el debate que está viviendo la sociedad mexicana; para eso también se hacen los proyectos académicos, para poder incidir en las políticas públicas, no basta la reflexión en el claustro. La tarea de una institución como la UNAM es precisamente que lo que se reflexiona dentro de sus aulas y sea pertinente, pueda expresarse fuera y tenga algún tipo de consecuencia”, consideró.
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