Calle Hermann Joseph Muller

Por Ana Luisa Guerrero

Hermann Joseph Muller fue un biólogo y genetista estadounidense que en 1946 recibió el Premio Nobel de Fisiología  Medicina por sus investigaciones sobre la acción de los rayos X como productores de mutación en las células.

calle 1 610

Una calle de la colonia IMPI Picos, en la delegación Iztacalco de la Ciudad de México, recuerda el aporte de este científico nacido en Nueva York el 21 de diciembre de 1890, que estudió en la Universidad de Columbia, donde se doctoró en 1907; impartió clases en la Universidad de Texas y colaboró con el Instituto de Genética y el Instituto Médico y Biológico de Moscú.

En 1911 inició sus investigaciones en genética basadas en la cría experimental de la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, y cuatro años más tarde trabajó en la mutación genética espontánea en estos insectos, descubriendo que las mutaciones naturales son anormales, dañinas y recesivas.

Descubrió, en 1919, que el aumento de la temperatura incrementaba el número de mutaciones, lo cual no era resultado de excitación general de los genes sino de los cambios a nivel molecular y sub molecular.

A partir de ahí que decidió probar el efecto de los rayos X y en 1926 indujo una abundante frecuencia de mutaciones mediante su uso, y descubrió que este fenómeno podría servir para fines útiles, como su estudio en un tiempo determinado.

Demostró que el incremento de las mutaciones era el resultado de un cambio químico que el propio hombre podría iniciar, lo que permitió a los biólogos moleculares utilizar sustancias químicas corrientes para este fin y no sólo las radiaciones.

Por razones políticas fue objeto de presiones y severas críticas que lo obligaron a salir de Estados Unidos en 1931 y trabajó en la antigua URSS, pero en 1937 abandonó el país al oponerse a las ideas que se planteaban sobre genética.

Y es que Muller se dio cuenta que la mayoría de las mutaciones eran peligrosas, al señalar que si se aumenta la frecuencia de las mutaciones se haría demasiado grande el número de individuos imperfectos para que las especies pudieran sobrevivir.

En 1940 realizó diversas críticas al programa de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, al reiterar el peligro que causarían las radiaciones proveniente delas pruebas nucleares en las personas y, en consecuencia, su propensión al cáncer y a convertirse en portadores de defectos genéticos heredables.

Con base en su interés para mejorar la salud genética de la especie humana, propuso la creación de bancos de genes.

 

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