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Ningún problema se puede resolver sin la ciencia: Rosaura Ruiz

Por Verenise Sánchez

México, DF. 14 de abril de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- La ciencia no puede resolver todos los problemas, pero ningún problema se puede resolver sin ayuda de la ciencia, aseguró Rosaura Ruiz Gutiérrez, directora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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Y como ningún problema se puede resolver sin apoyarse en la ciencia, decidió estudiar una carrera científica (biología) y dedicarse toda su vida a la investigación de la evolución del ser humano.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Ruiz Gutiérrez explicó cómo fue que encontró su vocación científica desde muy pequeña.

El cine y el doctor Frankenstein, la inspiración

“Mi acercamiento a la ciencia empezó desde temprana edad. Aunque yo no sabía exactamente qué era la ciencia, me gustaba la idea del científico que yo veía en las películas, pues mi familia es cinéfila”, recordó.

Inspirada en el cine, le gustaba la idea de descubrir cosas y resolver problemas con ayuda de la ciencia, como hacían los científicos en los filmes: “Me encantaban los experimentos del doctor Frankenstein, aunque debo de confesar que me daban miedo sus criaturas monstruosas”.

Además de los experimentos fascinantes que Rosaura Ruiz veía en las películas, otro de los motivos que la llevó al mundo científico fueron los consejos de su papá, quien siempre le decía que tenía que ver al mundo a través del conocimiento.

“Mi padre era un apasionado del conocimiento y nos inculcó a mí y a mis hermanos esa forma de ver las cosas. Nos decía: ‘hay que leer, hay que estudiar y hay que saber de todo’”, dijo.

Señaló que por los experimentos que ella hacía, su papá siempre le decía que iba a ser bioquímica: “Él me metió en la cabeza que yo tenía que ser científica”.

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Y ahora que es una de las científicas más destacadas del país, ya que fue la primera mujer en presidir la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) en los años 2008-2010, está convencida de que “la ciencia es algo maravilloso porque hace posible explicar los fenómenos naturales o sociales, según la orientación, y tiene la capacidad de servir para resolver todos los problemas que aquejan a la humanidad. Es por ello que amo la ciencia”.

La luz de la evolución

Rosaura Ruiz Gutiérrez comentó que de todas las disciplinas que le enseñaron durante la educación básica, la que más le gustó fue biología, especialmente lo relacionado a la evolución de los seres humanos.

“La biología me gustó desde siempre. No recuerdo si en la primaria me enseñaron muchas cosas de biología, lo que sí recuerdo es que en la secundaria mi materia favorita era esa, y fue en la preparatoria cuando decidí estudiar dicha ciencia”, manifestó.

Recordó que en la preparatoria tenía un profesor de biología “extraordinario”; era médico y sabía mucho de genética: “Ese maestro me explicó qué era el ADN y desde entonces yo quedé fascinada de que una molécula tuviera que ver con el desarrollo de las características de los seres vivos”.

Después en la licenciatura estudió más a profundidad sobre la evolución. Asimismo, analizó el trabajo de varios personajes como Charles Darwin y Jean-Baptiste Lamarck; además, revisó varias corrientes del neodarwinismo, y con ello se convenció que su verdadera pasión era justo esa: la evolución.

“Como decía el genetista ruso Theodosius Dobzhansky (1900-1975): ‘nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución’”, citó la especialista.

Al seguir esa premisa, la directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM se encontró con los conceptos de la ética y la evolución, los cuales califica como su temática de vida: “Uno de mis principales intereses en este momento es el tema de las raíces evolutivas de nuestra capacidad moral, que es una de las líneas de trabajo” que sigue en la actualidad.

Explicó que como parte de las actividades que se desarrollan en un proyecto de la UNAM en torno a este tema, está la reflexión sobre el origen biológico y cultural de la ética, la cual se realiza desde una perspectiva multidisciplinaria.

Señaló que actualmente trabaja en diferentes publicaciones, tanto de investigación como de divulgación, con la intención de dar a conocer la importancia del estudio de la ética desde una visión evolutiva.

Enseñanza y divulgación, sus otras pasiones

Además de la pasión por la evolución, Rosaura Ruiz Gutiérrez también se ha preocupado por fomentar la divulgación de la ciencia y mejorar la calidad educativa en México.

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Para la especialista, la educación científica de calidad es imprescindible porque el país “necesita más científicos y más ingenieros. México precisa de gente que tenga un conocimiento bien fundamentado de las ciencias que pueda aplicarse también para resolver problemas. La ciencia no puede resolver todos los problemas, pero ningún problema se puede resolver sin ayuda de la ciencia”.

Con el fin de contribuir con la calidad educativa, recientemente finalizó un plan de ayuda a proyectos para la innovación y mejoramiento de la enseñanza, financiado por la UNAM, cuyo objetivo fue reforzar la enseñanza de la evolución a través de la definición de conceptos básicos sobre este tema.

En este proyecto participaron académicos y estudiantes de la Facultad de Ciencias, y como resultado se elaboró una página web que tiene la misión de ofrecer material didáctico para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje de los temas básicos de evolución biológica.

Asimismo, se creó un libro dirigido a la enseñanza de conceptos básicos de evolución a nivel medio superior; este texto aún está en proceso de edición, manifestó la doctora.

Estas son solamente algunas de las contribuciones en materia educativa que Rosaura Ruiz ha realizado, sin embargo, hay otras que han marcado precedentes y que han sido galardonadas. Por ejemplo, en 2005 recibió el Premio Alfonso Robinson Bours en Investigación en Educación Médica, por la coautoría del trabajo “Competencias académicas de los tutores del doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM”.

La investigadora también ha impulsado la divulgación de la ciencia en México, pues la considera un elemento esencial para fomentar una cultura científica: “es fundamental para cualquier país y cualquier sociedad. Saber sobre ciencia es un derecho de todas las personas, pero también es una herramienta para la vida cotidiana”.

Agregó que “además de la fascinación que causa pensar, por ejemplo, en el nacimiento y la muerte de las estrellas, conocer procesos como el ciclo del agua o saber cómo funcionan y por qué son importantes las vacunas, son conocimientos que nos ayudan a tomar mejores decisiones —decisiones informadas—, a desarrollar mejores políticas públicas y a proyectar un mejor mundo y una sociedad más justa y equitativa en el futuro”.

Señaló que la divulgación científica también contribuye a que los tomadores de decisiones conozcan más sobre la ciencia y la tecnología, lo cual ayudará a que le apuesten con mayor énfasis a estos rubros.

Necesario invertir más en ciencia

Destacó que aunque México cuenta con varios científicos y tecnólogos altamente capacitados y reconocidos a nivel mundial, todavía no se ha consolidado una guía o política científica que oriente todo el trabajo en torno a la ciencia.

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“En México, por más que se ha avanzado en el rubro científico y que contamos con institutos de investigación y con personas dedicadas a la ciencia y al desarrollo de tecnologías de primer nivel, aún no podemos decir que las políticas públicas o que nuestros líderes –que son a fin de cuentas quienes toman las decisiones– se hayan focalizado en darle la posición estratégica a la generación autóctona de conocimiento y a la innovación para el desarrollo nacional”, subrayó.

Ya que, añadió Ruiz Gutiérrez, “por muchos años no ha parecido que exista una conciencia clara de que invertir en el desarrollo del sistema científico-tecnológico mexicano es uno de los caminos obligados, y quizás el más seguro, para mejorar los índices de bienestar social, resolver problemas sociales de larga data y enfrentar los retos del mundo globalizado”.

Manifestó que espera que los nuevos mecanismos como las Cátedras para Jóvenes Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así como el incremento de recursos en ciencia básica, la creación de nuevos centros de investigación y el desarrollo de laboratorios nacionales, entre otros, den los resultados que el país espera y demuestren que las inversiones en ciencia y tecnología contribuyen al desarrollo de México.

 

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