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Virginia Ortega, pasión por la química


Por Armando Bonilla

Ciudad de México. 5 de abril de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Aun cuando en la educación básica el contacto con las ciencias no es muy estrecho, María del Carmen Virginia Ortega Alfaro considera que fue durante la secundaria cuando descubrió un gusto particular por la química.

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Sin embargo, fue hasta la preparatoria, en el último año de formación, cuando entendió que el gusto por esta área sería en realidad el primer esbozo de lo que a la larga se convertiría en su vocación profesional cuando un profesor le encargó un proyecto sobre la extracción de aceites naturales.

“En mi época de secundaria mi contacto con las ciencias era realmente limitado, pero me llamaba mucho la atención la materia de química (…) Cuando estaba en el último año de preparatoria, llevaba una asignatura en que me pidieron realizar un proyecto sobre la extracción de aceites naturales y fue ese mi primer acercamiento a la química, mismo que detonó mi interés por estudiar esa carrera”.

Una vez tomada la decisión, realizó el examen de ingreso a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fue aceptada en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán. En aquella época, la entonces joven Virginia Ortega vivía en Tulancingo, Hidalgo, de donde es originaria y ante ello tuvo que mudarse con unos familiares para poder asistir a la escuela.

“De esa época, recuerdo que adaptarme al cambio fue complicado, porque yo venía de una ciudad muy pequeña y desenvolverme en un ambiente diferente, en una ciudad más grande, fue un reto; no obstante, la carrera realmente cumplía lo que yo esperaba y cada una de las áreas que fui aprendiendo me envolvía. Obviamente me fui inclinando más por unas que por otras, en particular la química orgánica me gustaba mucho”.

Ese gusto por un área en particular la llevó a incorporarse a un laboratorio de investigación para realizar primero una pequeña colaboración en un proyecto y más adelante su tesis de licenciatura; esa participación en una investigación formal reafirmó en ella su deseo por dedicarse al quehacer científico.

“En aquella época, la investigación en la FES Cuautitlán también era un poco limitada, así que aconsejada por un profesor busqué incorporarme a un laboratorio en el Instituto de Química”. En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la hoy doctora, miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), recordó que fue difícil no declinar ya que tenía que trasladarse todos los días después de la escuela en la FES Cuautitlán hacia Ciudad Universitaria para cumplir con sus tareas de investigación.

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“Todo eso era una inversión de tiempo que demandaba un esfuerzo extra, pero gracias a que alcancé los objetivos, el doctor Cecilio Álvarez, quien estaba a cargo del laboratorio, me propuso realizar la tesis con él y me motivó a seguir estudiando para incorporarme a su equipo”. Fue por ello que una vez que concluyó su tesis de licenciatura, decidió realizar el posgrado en ciencias químicas, en la modalidad de doctorado directo, y lo hizo así con el objetivo de mantenerse en el quehacer científico que experimentó en la UNAM.

Sus primeros pasos en el mundo de la investigación

Para la doctora en ciencias químicas, fue el trabajo realizado en torno a su tesis de licenciatura su primer gran proyecto de investigación, del cual incluso se desprendió una publicación científica. “Mi tema pertenecía a un proyecto más grande en el cual participaba un alumno de doctorado y otro estudiante de maestría, todos contribuimos con una parte y generamos resultados importantes en torno a la química de colorantes”.

Para su proyecto doctoral cambió el tema de investigación y realizó un trabajo en torno a química organometálica. “Esto fue gracias a un tema personal, ya que durante la licenciatura mi contacto con química organometálica era muy poco, así que me tracé la meta de involucrarme en un proyecto que me permitiera fortalecer mi formación en esa área y estudié la química de complejos de hierro, en particular su reactividad en torno a la activación de enlaces carbono-azufre”.

Al concluir ese trabajo, gracias a un acuerdo de colaboración que en ese momento tenía el Instituto de Química con el Laboratoire de Chimie de Coordination (CNRS) en Toulouse, Francia, la investigadora pudo realizar una estancia que le permitió moverse a otro tema, el de catálisis, oportunidad que tomó con miras a complementar su formación de una manera integral.

De la investigación a las aulas y su lucha por volver a la investigación

Para la investigadora, un momento complicado en su carrera fue al concluir la formación doctoral, pues la incursión al mundo laboral no fue tan sencilla como le hubiera gustado y en lugar de incorporarse a un centro de investigación, obtuvo la oportunidad de ser docente en la Facultad de Química, donde permaneció por espacio de cinco años.

“En esa época, igual que ahora, no había plazas suficientes, era difícil convertirse en profesor de carrera de tiempo completo, así que a la par de impartir clases, seguí trabajando en investigación muy ligada a mi antiguo asesor, quien me brindaba la oportunidad de investigar hasta cierto punto de manera independiente, porque yo estaba adscrita como docente; no tenía espacio para investigar, ni facilidades ni infraestructura”.

330_4Virginia-Ortega,-pasión-por-la-química.jpgEn ese contexto, la doctora decidió postular un proyecto a las Becas L’Oréal-Unesco para Mujeres en la Ciencia, la cual ganó en 2009. Fue de ese modo como consiguió recursos económicos para comenzar con sus líneas de investigación, al mismo tiempo, postuló a varios lugares para la plaza de investigadora hasta que el Instituto de Ciencias Nucleares le abrió las puertas en el Departamento de Química.

De ese momento a la fecha, la investigadora se ha dado a la tarea de fortalecer sus proyectos en torno a la síntesis de precursores organometálicos, los cuales utiliza para estabilizar intermediarios reactivos y para la obtención de compuestos con utilidades prácticas, como algunos con propiedades ópticas que les permite ser utilizados como marcadores celulares.

Asimismo, se ha enfocado en el desarrollo de métodos catalíticos, trabajo durante el cual se suma a uno de los grandes objetivos del instituto, que consiste en identificar cómo interactúan la radiación y la química. “Gracias a este trabajo comencé a estudiar algunas reacciones promovidas por fuentes alternas de energía, como las microondas e infrarrojo”.

En los últimos años ha trabajado en el uso de precursores organometálicos para el desarrollo de colorantes con potenciales aplicaciones optoelectrónicas, cuya motivación es su uso como componentes de la capa activa en celdas solares y oleds.

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