La transferencia de tecnología como elemento para la competitividad
Por Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México. 25 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Vincular a los creadores del conocimiento y del desarrollo científico y tecnológico con los receptores es un factor indispensable para promover la competitividad. Es ahí que los procesos de transferencia de tecnología sean prioritarios para que las naciones transiten y se consoliden en economías basadas en el conocimiento, considera Edgar Buenrostro Mercado, académico del Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y Comunicación (Infotec).
El doctor en ciencias sociales con mención en economía y gestión de la innovación, comparte con la Agencia Informativa Conacyt que la vinculación entre universidades y centros de investigación con los sectores productivos es uno de los factores para impulsar la competitividad del país a nivel internacional a través de incrementar el valor agregado de los productos.
En entrevista, el también profesor de este centro público de investigación explica que la transferencia tecnológica no solo consiste en entregar los productos generados por las universidades y centros de investigación a las empresas, sino que implica la cesión de conocimientos y técnicas asociados, manuales y capacitación, lo que representa la transferencia de conocimiento de un modelo de investigación a un modelo productivo.
Sin embargo, destaca que no existe una fórmula única para lograr que estos procesos se traduzcan en resultados efectivos. En México, a lo largo de los últimos años se han realizado diversos esfuerzos para lograr la vinculación entre las universidades y las empresas, ejemplo de ello son los clústeres científicos y tecnológicos, las oficinas de transferencia, los parques industriales y las incubadoras de empresas; siendo que cada una se adapta a las condiciones y necesidades del entorno del área económica y tecnológica a la que va dirigida.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué es la transferencia tecnológica?
Edgar Buenrostro Mercado (EBM): Debemos partir de un punto más atrás, entendiendo que la innovación no puede ser realizada por un solo actor, porque se ha vuelto tan compleja que requiere la participación e intercambio de distintos conocimientos.
La transferencia no es un capricho, sino un elemento necesario para las empresas y es un canal que permite a las instituciones de educación superior y centros de investigación ser un actor relevante en el medio en que se encuentran establecidos. Y es que una innovación no solo es sacar un nuevo producto al mercado, sino que también incluye una innovación de procesos, de distribución y marketing.
Si concebimos la complejidad de los procesos y cómo debe entenderse la innovación, vemos que no existe una receta para obtener una innovación.
Es a partir de ahí que entra la transferencia tecnológica, que implica no solo entregar los productos e innovaciones de las universidades y centros de investigación a las empresas, sino que implica la cesión de conocimientos que están asociados a esa tecnología.
AIC: Aunque no existen recetas, ¿hay elementos que propician este proceso?
EBM: Por supuesto, sí hay elementos que potencian la posibilidad de generar procesos de transferencia de manera más extensa, compleja y profunda.
Entre ellos está que las instituciones deben contar con un área especializada que se dedique a la vinculación con el sector productivo. En segundo lugar, que estas áreas deben contar con procesos estandarizados para atender las necesidades de los clientes, porque estas no necesariamente son las áreas en las que se está realizando la investigación, por lo que debe haber un proceso de adaptación para poder transferir y que debe estar regido por un proceso medianamente estandarizado.
Como tercer elemento debe contarse con personal que funja como un traductor entre la academia y la empresa, porque ambos actores hablan lenguajes totalmente diferentes, tiempos y finalidades distintas.
Por último, tenemos que ver las facilidades que tienen al interior de las universidades las áreas de transferencia, porque muchas veces carecen del reconocimiento que deberían tener por ser el agente que da salida a la investigación que se realiza.
AIC: En época reciente han tenido auge las oficinas de transferencia de tecnología, ¿representan un avance?
EBM: No podemos generalizar. Tenemos universidades que desde hace unos años realizan un esfuerzo particular a través de su oficina de transferencia de conocimiento; así como los centros públicos de investigación que por su naturaleza han tratado de desarrollar procesos de vinculación y a últimas fechas han tratado de profesionalizarlos generando oficinas de transferencia tecnológica.
Un elemento que ha apoyado la transferencia han sido los programas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) enfocados en la transferencia, como el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), donde se promueve la vinculación de las empresas y los centros de investigación e instituciones de educación superior para el desarrollo de un proyecto de innovación.
Además, de manera regional se han generado esfuerzos, particularmente a través de los clústeres o los fondos mixtos que permiten impulsar este tipo de proyectos; incluso con la reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología, que favorece que los investigadores y los centros públicos puedan ofrecer su tecnología y sus desarrollos a los agentes productivos, se buscó fortalecer estos procedimientos.
AIC: En esfuerzos de este tipo, ¿qué caso es emblemático?
EBM: Hay varios que se desprenden de arreglos institucionales, por ejemplo en Guadalajara se creó una institución intermedia que articula a las empresas dedicadas, en particular, a tecnologías de información y comunicación, que ha tenido un éxito relativo y que se ha mantenido a lo largo de varios gobiernos locales y nacionales.
También está el caso de Monterrey con el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT), que es un arreglo institucional distinto en el que se agrupan en un lugar las instituciones académicas y de investigación y las empresas, con el fin de desarrollar innovaciones.
Por otra parte, hay casos como el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que cuenta con la Dirección de Transferencia de Tecnología que evalúa, protege y gestiona las tecnologías desarrolladas en la institución con potencial de ser transferidas al sector público.
Hay varios casos que podemos plantear como relativamente exitosos, pero cada uno se encuentra adaptado a sus condiciones y eso lo tenemos que tener muy claro.
AIC: ¿Qué recomendaciones se harían a las instituciones que pretenden establecer oficinas de transferencia?
EBM: La primera es que se tiene que creer en la relevancia de la transferencia de tecnología. Los centros de investigación e instituciones educativas debemos entender que somos un actor que incide en el desarrollo de la región en la cual estamos insertos y eso debe reflejarse en la importancia que debe tener una oficina de transferencia tecnológica o de conocimiento, es decir, una agencia intermedia que permite la vinculación.
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Además, la relevancia se debe reflejar en que se cuente con personal capacitado, y hay otra cosa muy importante, que es concienciar a los investigadores que deben propiciar la transferencia y se deben vincular con otros sectores de la sociedad, porque no es que no queramos vincularnos, sino que en muchas ocasiones no sabemos cómo hacerlo y no nos damos cuenta de la importancia que puede tener nuestra investigación.
AIC: ¿Qué ejemplos de éxitos de transferencia de tecnología han surgido de Infotec?
EBM: Tenemos varios. Afortunadamente hemos desarrollado expertise en esa cuestión. Uno de los casos más interesantes ha sido el bilirrubinómetro para medir los niveles de este pigmento, fue un trabajo desarrollado con una empresa, el Centro de Investigaciones en Óptica (CIO) e Infotec.
Consiste en la medición de la bilirrubina a través de la medición de la pigmentación de la piel. El CIO realizó lo relativo a la parte óptica, Infotec desarrolló el software necesario y la empresa contribuyó en el mecanismo, entonces se hizo un aparato desarrollado específicamente para las condiciones de piel de los mexicanos, porque los que se utilizaban anteriormente eran importados y diseñados para otras poblaciones. Fue así que se desarrolló un producto específico con financiamiento del PEI.
Dr. Edgar Buenrostro Mercado Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. |
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