La incubadora de empresas tecnológicas
Por Dalia Patiño González
Puebla, Puebla. 8 de diciembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- El Centro de Innovación y Competitividad Empresarial (CICE) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) contempla entre sus propósitos impulsar la creación de empresas, algunas de base tecnológica, que permitan no solo dar respuesta a demandas económicas de la región sino que fomenten en los investigadores la conformación de sus propios modelos de negocio a partir de sus desarrollos tecnológicos.
El CICE, creado desde 2011, se apoya en un modelo de incubación para conformar a micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME). En sus inicios contempló sólo modelos tradicionales y en 2014 obtuvo la certificación de Incubadora de Alto Impacto por parte del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), lo que abrió las puertas a modelos empresariales con un crecimiento exponencial calculado en un periodo de 2 a 3 años.
Fue a partir de 2016 y lo que va de 2017 que el apoyo se concentró en empresas de base tecnológica. Es así como el CICE en 2016 trabajó con 11 proyectos de este tipo y en lo que va del 2017 con 9 proyectos, aunque a finales de este año ya planea albergar a propuestas que no necesariamente se vinculen con la innovación tecnológica.
El maestro Eduardo Polanco Rojas, director del CICE, reconoció en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, que propuestas de proyectos hay muchas, sin embargo el número de incubados se restringe a los modelos que plantean una mayor maduración tecnológica de sus productos.
Como parte de las estrategias para captar a los emprendedores, Eduardo Polanco resaltó que el CICE recurre, entre otras cosas, a un programa de preincubación que consiste en un concurso universitario de prototipos, enfocado sólo a estudiantes de la BUAP, en la que equipos multidisciplinarios exponen sus proyectos de base tecnológica para resolver una necesidad específica de la sociedad.
Una vez aceptados, el proceso de incubación tiene un tiempo de duración de un año a 18 meses, dependiendo del proyecto, y contempla el seguimiento después de constituida la empresa. Entre las fases que abarca este modelo destaca la capacitación, conformación del plan de negocios (preincubación); lanzamiento y tutoría empresarial y posteriormente seguimiento y difusión de la empresa.
¿Qué es más importante, la idea o el compromiso?
“El proyecto es importante y por supuesto que lo evaluamos, pero ponemos mayor atención en el capital humano que lo integra ya que hay muy buenas propuestas, muy buenas ideas, pero a veces lo que falta es el compromiso y esto es lo que generalmente conduce al fracaso”, señaló el maestro Polanco Rojas.
Reconoció que la deserción que se da en el proceso de la creación de una empresa se debe a que se enfrentan diversos retos y muchas personas no siempre están convencidos se buscar alternativas para llevar hasta el final de la planeación.
“Lo que nosotros hemos notado es que los proyectos no llegan a buen término no por la idea o el proyecto en sí, sino porque el equipo va desistiendo conforme observan los obstáculos que se van presentando, por eso nuestra evaluación no es tanto técnica, sino más bien medimos la maduración tecnológica y el compromiso de los integrantes del equipo”.
¿Cómo se incuba un proyecto de negocio?
La preparación en el año de incubación, añadió el director del CICE, implica en el primer módulo aterrizar las ideas y darle forma al proyecto para que los emprendedores conozcan lo que implica llevar una empresa, es decir, se busca validar la idea de negocio. En un segundo módulo, explicó, se aborda la parte de administración, conocer los costos directos, indirectos y fijos de la empresa. Posteriormente se analiza el prototipado, la mercadotecnia y la producción. Al final se habla de las finanzas de la empresa y se hacen las proyecciones que sustentan al modelo de negocios.
“Si no planeamos la administración general y hacemos proyecciones financieras sin fundamento lo que tendremos más adelante serán números que no se apegan a la realidad, esto dificultará la entrada de recursos por parte de posibles inversionistas y el manejo de la empresa en sí”.
Acompañar a la empresa ya conformada también es parte del trabajo que ofrece el CICE, estableciendo la búsqueda de apoyos para brindar capital financiero o inversión. Para esto recurren a convocatorias, inversionistas, fondos, programas gubernamentales y privados, aunque el mayor aporte se obtiene de recursos públicos.
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“Buscamos darles seguimiento para que reciban fondos a través de la Secretaría de Economía, con montos que van de los 50 hasta los 250 mil pesos por empresa. También tenemos un programa para abrir cursos y talleres con inversionistas de la Ciudad de México, pero en general es más difícil ya que al año reciben unos 4 mil proyectos de negocio, de los cuales sólo 7 reciben inversión después de una revisión financiera”.
En cuanto los proyectos que se mantienen en pie, el maestro Eduardo Polanco mencionó que alrededor de 26 empresas de base tecnológica que han incubado siguen caminando, mientras que las de modelos tradicionales operan en un porcentaje de 90 por ciento.
Las empresas de base tecnológica que incubamos, añadió, se enfocan a resolver problemas en el área de la automatización, la mecatrónica o desarrollo de software, aunque los proyectos pueden ser variados, destacan los modelos empresariales del área de ciencias químicas.
Nunca es tarde para emprender
En cuanto al rango de edad de los aspirantes, existen dos grupos comunes, los de 19 a 25 años y los que corresponden de 50 a 70 años, específicamente jubilados.
Para el maestro Polanco la edad no debe ser determinante si es que realmente se tienen las ganas y el compromiso, no obstante reconoció que el perfil ideal de emprendedor es el que corresponde a las edades de 32 a 40 años y los de 60 a los 70 años.
“Entre más jóvenes tienen más ímpetu pero a veces conforme se encuentran barreras desertan; a los 32 años las personas están más conscientes de que encontrar trabajo es más difícil y entonces cuando deciden emprender lo asumen como un proyecto de vida. A los 60 años las personas son totalmente productivas, con ahorros para invertir y con mucho más tiempo y experiencia, ellos suelen ser los mejores emprendedores; aunque insisto, la edad es variable y depende del compromiso”.
GoSkin, ejemplo de empresa de base tecnológica
Conformar una empresa significa un reto, sobre todo para los que están enfocados a la investigación. Se trata de perder el miedo y crear rendimientos económicos y generar empleos a partir de tus desarrollos, refiere en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la maestra Michelle Olguín, quien en conjunto con otros tres investigadores conforman la empresa GoSkin.
GoSkin surgió a partir de la solicitud de patente de un desarrollo tecnológico. Su producto es una mascarilla electrohilada hecha con tecnología conocida como electrospinning o electrohilado con encapsulación de componentes activos, principalmente antioxidantes que buscan una penetración más profunda en la piel para reportar beneficios de hidratación y nutrición cutánea con efecto de larga duración con el uso prolongado del producto.
Este material o mascarillas están desarrollas en el Laboratorio de Alimentos de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP que dirigen las doctoras Verónica y Claudia Santacruz Vázquez, quienes solicitaron la patente junto con los maestros en Ingeniería Química, Michelle Olguín y Jaime Andrés González Silva.
“Con las doctoras trabajamos nuestro proyecto para titularnos de la maestría y al desarrollar estos materiales el CICE nos reclutó para el periodo 2017-2018 y a partir de eso se funda la compañía GoSking”, relata la maestra Michelle Olguín.
Detalló que como parte de su capacitación pudieron crear un modelo de negocio acertado gracias a la evaluación estratégica de las demandas reales del mercado, además de generar estrategias de comunicación adecuada para el producto, para su colocación y su imagen corporativa.
“Nosotros conocíamos la parte de desarrollo tecnológico, pero no como formar una empresa, es totalmente diferente e implica conocimientos que no teníamos, pero con la asesoría y acompañamiento del CICE confiamos en que nos podremos diferenciar y abarcar un mercado mayor y ser más competitivos”.
Indicó además que a la par que realizan la incubación también llevan a cabo el trámite para aprobar la norma 39 que pide la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para la autorización de la venta de este producto.
La maestra Olguín añadió que la técnica que utilizan para las mascarillas consiste en producir fibras de diámetros micro y nanométricos con una bomba conectada a una aguja capilar, una fuente de alto voltaje y un cilindro colector.
“El polímero que utilizamos para la parte cosmetológica es colágeno hidrolizado y como antioxidantes ocupamos Alfa Tocoferol, ácidos oleicos, y micronutrientes que se encapsulan a través un polímero con la técnica de electroespinning, es decir, el material por emulsión se encapsula en el polímero para poder lograr desde microfibras hasta nanofibras en la parte del colector”.
La incubación para GoSkin concluye en mayo de 2018 y para agosto de 2019 tienen proyectado salir al mercado con las debidas autorizaciones de la Cofepris.
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