¿Cuál es el impacto social de las revistas científicas?
Por Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México. 2 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- En México existen dos mil 679 títulos de revistas de investigación científica, técnico-profesionales y de divulgación científica y cultural, según datos del Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex), pero ¿cuál es su impacto social?
Esa fue la pregunta que giró en torno a la mesa redonda “El impacto social de las revistas científicas” en el marco de la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), en la que se abordó su importancia, su contribución a la divulgación y su función como método de evaluación para científicos y académicos.
Organizada por la Red de Directores y Editores de Revistas Académicas y Arbitradas del Consejo de Publicaciones Académicas y Arbitradas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), contó con la participación de Ana María Cetto Kramis, presidenta de Latindex; César Carrillo Trueba, editor de la revista Ciencias; Alejandro Márquez Jiménez, investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE); y Juan Pablo Alperín, quien realiza investigación en el área de las revistas científicas y es integrante del Public Knowledge Project que desarrolla un software de código abierto para este tipo de publicaciones.
Divulgación o evaluación
Durante el diálogo, que tuvo una vasta asistencia de docentes, académicos, editores y estudiantes, se plantearon diversos puntos de vista en torno a este tema, por ejemplo que son un medio para la divulgación científica o para la comunicación de la ciencia, que debido a su nivel de especialización trascienden las vertientes informativas de los medios públicos o privados; y que además, por su perfil crítico, buscan formar más que informar, según la concepción de César Carrillo Trueba.
La doctora Ana María Cetto refiere que las revistas académicas —como prefiere llamarlas— su función no siempre es tener un impacto social, pues en muchos casos pretenden ser una “carta de presentación” de una institución o bien, un espacio para la publicación de los investigadores que les genere puntos en su evaluación ante el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
“Pienso que las revistas de divulgación y técnico-profesionales son las que se producen con la intención de un impacto social más directo, mientras que las revistas de investigación no se piensan en torno a un beneficio social, sino a una necesidad que tiene la institución o los propios investigadores de publicar”, destaca.
Por ello instó a reflexionar los propósitos por los que se están produciendo y si estos tienen relación con tener un beneficio social directo o indirecto.
Según Latindex, la UNAM tiene un catálogo de 535 títulos, pero no todos están vigentes, lo que a decir de la investigadora del Instituto de Física es otro problema al que se enfrentan estas publicaciones porque su periodicidad y producción depende de los fines por los cuales fueron creadas o por los recursos que recibe.
En su oportunidad, Alejandro Márquez Jiménez señaló que desde la perspectiva económica un artículo científico carece de valor o de capacidad para ser consumido como un bien público, entre otros factores porque no está al alcance de toda la población. No obstante, destacó que estas publicaciones pueden ser una herramienta para acercar la educación a mayor número de personas.
Medir su impacto
Desde otra vertiente, se cuestionó a los ponentes si es posible crear indicadores que permitan medir el impacto de estas revistas.
Frente a ello, la misma Cetto Kramis considera que es posible siempre y cuando se planteen varios indicadores y no uno solo, debido a que productos de ese tipo requieren ser analizados desde una perspectiva multifactorial. Para ello plantea incluir datos relevantes, confiables, estables y comparables, además que sean fáciles de recoger.
El doctor Juan Pablo Alperín hizo énfasis en el impacto de las revistas, sobre todo por los sectores de la población que las consumen. Para ello presentó los resultados de sus investigaciones en las que estudió el tipo de personas que acceden a los contenidos de los repositorios SciELO y Redalyc.
En ellos mostró que la mayoría de los lectores son estudiantes, personas que trabajan en instituciones de educación superior, así como profesionistas de la ciencia.
“Las revistas científicas consultadas en Internet son vistas por estudiantes o público que no escribe y que, por tanto, no cita la fuente”, destacó para derribar una de las ideas que se tienen respecto a que estas publicaciones son publicadas para que las consulten sus pares.
Entre los datos que presentó destacan que en el área de humanidades y artes, es la propia comunidad de esas áreas la que consulta los artículos; en tanto que los títulos sobre salud tienen un público más heterogéneo como la población en general.
Finalmente, resaltó el hecho de que las publicaciones en línea y de libre acceso para su consulta son el vehículo que genera mayor interés a temas científicos y académicos.
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