Laboratorio de Nutrición Acuícola del Cinvestav
Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 9 de enero de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Tilapias, Cherax, cangrejos de río y ranas toro son algunos de los organismos que se han cultivado en las instalaciones del Laboratorio de Nutrición Acuícola del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), unidad Mérida, a lo largo de sus 30 años de trayectoria.
Miguel Ángel Olvera Novoa, profesor investigador del Cinvestav, unidad Mérida, señaló que el Laboratorio de Nutrición Acuícola tiene como objetivo principal evaluar las necesidades alimentarias de los organismos acuáticos cultivados a partir de la determinación de requerimientos nutricionales, la evaluación de ingredientes para la formulación de dietas y la evaluación de enfermedades derivadas de deficiencias alimentarias.
“En general, el objetivo del laboratorio es desarrollar alimentos acuícolas apropiados para las diferentes especies que se cultivan en el país, introducidas o nativas”, indicó el responsable del laboratorio en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
El laboratorio tiene dos líneas de investigación principales. La primera consiste en la determinación de requerimientos nutricionales de especies de importancia comercial; y la segunda, en la identificación de ingredientes alternativos a la harina de pescado para la formulación de nuevos alimentos.
A partir de estos dos componentes, los investigadores trabajan en el desarrollo de alimentos formulados apropiadamente para estos organismos.
Cultivo de especies dulceacuícolas
Entre las especies dulceacuícolas, los investigadores han cultivado la langosta australiana (Cherax quadricarinatus) para el estudio de requerimientos nutricionales y formación de dietas, así como especies nativas de la familia de cangrejos de río, a partir de los que desarrollaron un paquete tecnológico para su cultivo.
Hace 25 años, los especialistas del laboratorio desarrollaron un paquete tecnológico de cultivo de la rana toro (Lithobates catesbeianus) con el fin de impulsarlo como una actividad económica en el estado de Yucatán, para lo que se crearon estrategias de manejo en cautiverio, planeación de dietas, ingredientes y requerimientos nutricionales.
Nutrición de organismos marinos
Entre los organismos marinos cultivados en el laboratorio, destacan el robalo blanco (Centropomus undecimalis), una especie con mucho potencial en la región sureste para la acuacultura, y el pargo canané o rabirrubia (Ocyurus chrysurus), “considerando que el principal limitante para el desarrollo del cultivo de estas especies, desde el punto de vista comercial, es la falta de alimentos apropiados”, apuntó Olvera Novoa.
La tilapia es la especie que más se ha estudiado en el laboratorio con el propósito de identificar ingredientes, formular dietas y determinar requerimientos nutricionales para su cultivo, entre otros aspectos.
“Afortunadamente es un organismo muy noble para su manejo. El reto más importante era determinar cuáles son los niveles máximos de ciertos ingredientes que se pueden incorporar en su dieta y qué hacer para poder rebasar ese límite y poder introducir una mayor cantidad de ingredientes alternativos”, describió Olvera Novoa.
Harina de pescado, alimento poco sustentable
En la actualidad, hay una tendencia a eliminar de los alimentos la harina de pescado en el cultivo de organismos acuáticos, tanto por su escasez, sus altos costos, como por la variabilidad de su calidad según su lugar de origen.
“Se supone que el uso de la harina de pescado no es un alimento sustentable porque se tiene que hacer una explotación de pelágicos (organismos que habitan en aguas superficiales) menores para preparar una harina que va a ser usada para alimentar otros animales, en vez de usarse para alimentar a las personas”, apuntó.
Evaluación de ingredientes
El desarrollo de dietas inicia con la caracterización química de los ingredientes para conocer la composición proximal, que implica evaluar sus niveles de proteínas, aminoácidos, ácidos grasos y lípidos.
“Fundamentalmente esos elementos son los que van a permitir decidir si ese ingrediente es adecuado o no para formular un alimento. Eso significa todo un trabajo de laboratorio donde se parte del análisis proximal, que es lo más sencillo que podemos ver en el laboratorio, hasta llegar a análisis más sofisticados, como el de aminoácidos o ácidos grasos, que requieren equipamiento más especializado y personal técnico capacitado para ese tipo de análisis. Si tiene antinutrientes, debemos hacer también análisis químicos para determinar cuáles son”, señaló el investigador.
Formulación de alimentos
El siguiente paso es la formulación de dietas en las que se sustituye la harina de pescado de manera gradual a partir de los ingredientes evaluados. “En ese momento se abren muchas variantes, desde probar únicamente el alimento como tal a probar la digestibilidad, donde tienes que ver qué tan digerible es ese ingrediente, y no solo el ingrediente como tal, sino qué tan digeribles son los aminoácidos o los ácidos grasos que están disponibles o no para el metabolismo del animal”, apuntó el investigador.
En la actualidad, los investigadores trabajan también en nutrigenómica, ciencia que estudia la manera en que el genoma de los organismos permite que estos respondan a los diferentes nutrientes de manera natural.
“La nutrición va a la par con otras ciencias, utilizando la genómica también como herramienta para ver, por ejemplo, qué enzimas que están presentes en el animal nos permiten saber qué ingrediente es apropiado o no para utilizarlo. Ya se puede saber si el animal es capaz de utilizar un determinado ingrediente o explicar por qué no puede”, apuntó.
Nutrición, clave para evitar impacto ambiental
A pesar de las ventajas que representa la acuacultura como productora de alimento rico en proteína, también es una actividad que puede impactar negativamente el medio ambiente debido a las descargas de aguas residuales que vierte en el entorno.
“Aquí una de las situaciones primarias que se deben considerar para evitar este impacto es la alimentación. Si nosotros utilizamos alimentos de mala calidad, que tiene una baja digestibilidad, el animal tiene una limitada capacidad para usar los nutrientes y muchos de estos son regresados al agua a través de las excretas de los organismos por su incapacidad para utilizarlos”, señaló el investigador.
Mientras que la baja digestibilidad de la proteína puede generar que el animal excrete demasiado amonio, la presencia de sustancias antinutricionales impide que el animal utilice el fósforo de las proteínas vegetales y lo regrese al estanque.
“Los microorganismos que viven en el estanque desdoblan esas sustancias, liberan ese fósforo y tenemos problemas de eutrofización alrededor de las granjas. Entonces creo que la nutrición es uno de los elementos fundamentales y prioritarios para evitar el impacto que podría tener la acuacultura en el entorno”, apuntó.
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