¿Cuánto carbono existe en suelos mexicanos?
Por Armando Bonilla
Ciudad de México. 18 de abril de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- En un esfuerzo que sentará las bases para optimizar los mapas de carbono en el suelo que existen en México, la doctora en ecología de plantas Nadia Silvana Santini González realiza un muestreo de las reservas de carbono de los bosques templados y pastizales alpinos en territorio nacional.
De acuerdo con la investigadora que pertenece al programa de Cátedras Conacyt, adscrita al Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la importancia del trabajo que realiza radica en que los suelos son el componente del ecosistema que más almacena carbono, ya que resguardan de tres a cuatro veces más que la biomasa aérea, la biomasa subterránea y la madera muerta.
“Es muy importante conservar y rehabilitar los suelos como estrategia para mitigar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, y el primer paso radica en saber con exactitud a cuánto ascienden las reservas de carbono en el componente que más lo almacena”.
Los mapas que existen en México de las reservas de carbono en los suelos, elaborados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se basan en núcleos —muestras del suelo— de cero a cinco y cero a 20 centímetros de profundidad; sin embargo, existe gran variabilidad en la cantidad de carbono en el primer metro de suelo, y con el fin de obtener valores reales, es de suma importancia contabilizarlo a por lo menos un metro de profundidad.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la investigadora explicó que es necesario contabilizar mejor esas reservas de carbono en los bosques templados —que representan 16.5 por ciento del territorio nacional y que han sido modificados hasta en 60 por ciento para agricultura y pastoreo— y pastizales alpinos para generar mejores estrategias de conservación y rehabilitación.
El antecedente
Como parte de su estancia posdoctoral en la Universidad de Nueva Gales del Sur, la investigadora realizó el monitoreo de las reservas de carbono en suelos de marismas salobres regenerados —ecosistemas de carbono azul— en la sede de los Juegos Olímpicos de Sídney.
Durante su estancia posdoctoral, la investigadora encontró que los suelos en hábitats regenerados logran niveles de eficiencia en captura de carbono muy similares a los registrados en hábitats naturales.
“Las reservas de carbono en suelos de los sitios regenerados que obtuvimos están dentro de los valores más altos que se han registrado para marismas salobres en Nueva Gales del Sur, 478 megagramos por hectárea (Mg/ha-1), sobre todo al considerar que en los ecosistemas naturales las reservas oscilan entre los nueve y 600 Mg/ha-1 y que en el hábitat natural adyacente a la zona regenerada el valor reportado es de 647 Mg/ha-1.
¿Cómo se realizaron las mediciones?
Para obtener esos valores, el primer paso que dio la doctora consistió en diferenciar las zonas naturales de las regeneradas al interior del Parque Olímpico de Sídney y, posteriormente, colectó las muestras de núcleos. Para los análisis de las muestras de suelos, la investigadora obtuvo una beca de la Organización de Ciencias y Tecnologías Nucleares Australiana (ANSTO, por sus siglas en inglés).
El apoyo de la organización ANSTO fue necesario porque brinda recursos a trabajos de investigación que hacen uso de isótopos radioactivos y la investigadora necesitaba el de radiocarbono (14C), además de plomo 210 (210Pb), para datar las muestras de sedimento; esta información es importante para determinar a qué tasas ocurre el secuestro de carbono, es decir, cuánto sedimento y cuánto carbono se está acumulando cada año.
“El conocimiento generado durante dicho trabajo no solo sirvió para entender el impacto de la regeneración de ecosistemas de carbono azul, sino para buscar replicarlo en México en otros ecosistemas”.
Es en ese contexto que la investigadora, en colaboración con el doctor Daniel Piñero Dalmau, jefe del Laboratorio de Genética y Evolución del Instituto de Ecología de la UNAM, y la doctora Alicia Mastretta Yanes, joven investigadora adscrita al programa Cátedras Conacyt asignada a la Conabio, —quienes enfocan sus esfuerzos en el estudio de los procesos evolutivos y diversificación de la biodiversidad— realiza las mediciones que en el mediano plazo le permitirán concretar las proyecciones para otras regiones del país.
“Primero debemos realizar el trabajo de campo a nivel regional y nacional, obtener los valores de las zonas seleccionadas; posteriormente, incrementar el alcance de la toma de muestras a otras zonas similares y, finalmente, realizar las proyecciones nacionales. En el largo plazo, una vez que tengamos todos los valores, estaríamos en condiciones de realizar informes muy precisos del carbono que se almacena en los bosques templados y pastizales del país”.
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