Los rituales del Día de Muertos en El Nayar
Por Claudia Karina Gómez Cancino
Tepic, Nayarit. 14 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Francisco Samaniega Altamirano, arqueólogo adscrito a la coordinación nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), realizó una investigación etnográfica entre indígenas coras sobre la celebración del Día de Muertos en las comunidades de Jesús María y Mesa del Nayar, en el municipio de El Nayar, que involucra el cráneo de quien pudo ser el último rey cora.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Samaniega Altamirano refirió que previo al primero de noviembre, a cinco hombres —los más ancianos del lugar— se les impone el nombre de "taboasimas" o muertos, y son vestidos con mortajas exhumadas, permanecen en la catedral de Jesús María y cerca del altar preparado al Rey Nayarit, en el caso de la comunidad de Mesa del Nayar.
La noche del primero de noviembre en ambas comunidades se apagan las luces y se guarda silencio, mientras un hombre sube a la torre de la catedral mestiza e imita el canto del tecolote, que es la señal con la que inician los rituales.
“Se visten con mortajas, entonces los taboasimas, acompañados por personas que llevan canastos, van a recorrer las casas, rezan oraciones y a cambio de ello les ofrecen tamales y atole, que luego se llevan a la catedral, mientras se escucha el ruido del tecolote, las campanas y se alumbran con antorchas de ocote", relató.
En Mesa del Nayar, dijo, se erige un altar gigante con una tela negra colgante que simula el cuerpo de una persona, coronado por un cráneo que, entre los lugareños se cree, es del último rey indígena cora, Hueitlacatl Tonati, considerado el Huei taboasima o "Gran muerto".
“A los pies del altar son colocadas veladoras, recipientes con copal, tamales, atole, y a veces miel, a veces calabaza en dulce”, mencionó.
Las ofrendas que recogieron los taboasimas durante la noche y hasta la madrugada luego de recorrer las casas hasta la madrugada, se llevan al altar, mientras en el transcurso del día 2 de noviembre, en las plazas, del lado sur de Jesús María, y en la norte, en el caso de Mesa del Nayar, se erigen sitios improvisados con ramas, donde los gobernadores tradicionales y los ancianos se citan para dormir y tener sueños.
Samaniega Altamirano refirió que los coras o nayeri creen que durante ese sueño, el Huei taboasima y sus muertos revelan el nombre de las autoridades tradicionales que gobernarán a partir del primero de enero siguiente.
El ritual del Gran muerto termina el dos de noviembre cuando se reparten las ofrendas entre los pobladores de ambas comunidades y se devuelven a su sitio las mortajas con las que estuvieron vestidos los taboasimas.
"Esta ceremonia se trataría aparentemente de una visión completa del rito de los muertos de tradición mesoamericana y aridoamericana, posiblemente compartido por una parte importante de los indígenas de América del norte y central, entonces encontramos la figura del altar de muertos que hasta ahora se practica en México, y lo que podría ser considerado el antepasado del Halloween en Estados Unidos”, destacó el arqueólogo.
El enjuiciamiento religioso de la momia del Huei taboasima
El investigador refirió que el cráneo atribuido al último rey cora, Hueitlacatl Tonati —que permanece resguardado por los nayeri en la sierra de El Nayar—, es utilizado a modo de oráculo, al que se le cuestiona situaciones de la vida ritual de esta etnia.
Indicó que alrededor del año 1722, cuando los españoles llegaron a Mesa del Nayar, encontraron que los coras preservaban cinco momias, situadas en los cuatro puntos cardinales: el tatarabuelo, bisabuelo, abuelo y padre rodeando al Huei taboasima, que estaba colocado en el centro.
Los nayeri, dijo, tenían la creencia que entre las momias se hablaban, y cuatro le revelaban al rey cora momificado lo que tenía qué hacer, porque era considerado un chamán, por eso también le dieron el nombre de Nayar, que es la modificación cora del náhuatl nahuali, que significa "adivinador".
"Cuando los españoles encontraron esto, decidieron llevarse la momia del rey Nayar, que también se llamó Ica; la trasladan a la Ciudad de México y la enjuician en el Templo de San Francisco, donde se le colocó un sambenito en la cabeza, por la creencia de que era un hechicero y que podía hablar estando sin vida”, afirmó Samaniega.
La momia fue enjuiciada por la Santa Inquisición y condenada a muerte, además de que fue paseada por calles de la Ciudad de México, se condujo hasta la plaza de San Diego, donde se leyó el decreto que le dio la pena de ser quemada y destruida, junto con objetos que simbolizaban su poder, como la piedra del sol y los vasos ceremoniales, dijo el experto.
A pesar de esta condena, el cráneo del rey Nayar fue rescatado y llevado de regreso a la sierra nayarita, donde permanece hasta hoy; sobre ello, Samaniega indicó que no se tienen registros o investigaciones de esta calavera, para precisar su identidad y temporalidad.
Según el investigador, existen referencias de que el Tonati nació en el año 1500 d. C. y murió en 1624, y fue el primer indígena cora bautizado con el nombre católico de Francisco, tras la llegada de los franciscanos a la sierra nayarita en el siglo XVII.
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