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Nuevos usos y usuarios en el Centro Histórico de Mérida


Por Marytere Narváez

Mérida, Yucatán. 27 de junio de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Los centros históricos son los espacios fundacionales de las ciudades mexicanas y constituyen en la actualidad un invaluable patrimonio histórico, cultural, económico, arquitectónico y social a nivel nacional e internacional.

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Para Marco Tulio Peraza Guzmán, profesor investigador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), los centros históricos son territorios comunes de diferentes sectores de la sociedad, “no solo porque algunos viven ahí, sino porque todos los usan de una u otra manera; unos para buscar el abasto indispensable de todos los días; otros para realizar intercambios comerciales; pagar servicios; recibir bienes culturales como museos y teatros, entre otros usos de distinta índole. Todos los habitantes de la ciudad usan el centro histórico, de ahí que sea el punto neural de una ciudad”, apuntó.

Los procesos de despoblamiento, el deterioro de las viviendas y los espacios públicos y la debilidad de políticas públicas de movilidad, transporte, infraestructura y seguridad pública son algunas de las problemáticas que perjudican la conservación de los centros históricos, generando condiciones precarias tanto de vida como de trabajo.

A nivel nacional, destacados académicos y jóvenes estudiantes de diversas instituciones se han dedicado al estudio y la planeación de las características de los centros históricos mexicanos, constituyendo como resultado la Red Temática Conacyt de Centros Históricos de Ciudades Mexicanas. “Hay nueve seminarios previos, pero a partir de hace tres años se constituyó como Red Temática del Conacyt y eso ha permitido presentar estos temas ante una mayor audiencia, tener más participación y lograr impactos más fuertes”, apuntó el investigador.

Dra-Susana-Pérez-Medina-3.jpgDra. Susana Pérez Medina.De acuerdo con Peraza Guzmán, adscrito con nivel I Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la red tiene el objetivo de consolidar un espacio colectivo de vinculación en el que las instituciones académicas, gubernamentales y las organizaciones sociales y civiles puedan participar en acciones de conservación y renovación de los centros históricos con una perspectiva interdisciplinaria.

“Busca consolidar y fortalecer una red científica nacional que promueva el intercambio de conocimientos y la vinculación entre investigadores provenientes de distintas disciplinas e instituciones académicas que estudian la complejidad de la vida social y urbana de los centros históricos, contribuyendo al diseño de políticas, acciones públicas y sociales para su conservación y desarrollo”, apuntó.

Los nuevos usuarios del Centro Histórico de Mérida

Como parte de la Red Temática Conacyt Centros Históricos de Ciudades Mexicanas, las investigadoras Susana Pérez Medina y María Elena Torres Pérez realizaron el estudio "Nuevos usos y usuarios en la vivienda del Centro Histórico de Mérida, Yucatán", que formó parte del compendio Conservación y desarrollo sustentable de Centros Históricos, publicado en 2016.

“El objetivo de este trabajo es caracterizar las nuevas condiciones del uso habitacional en el Centro Histórico de Mérida, sobre todo a partir de la llegada de migrantes extranjeros, los efectos del repoblamiento y sus implicaciones sobre el entorno construido y el contexto sociocultural”, apuntó en entrevista Pérez Medina,  auxiliar de investigación en el Departamento de Ecología Humana de la unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN).

Museo-de-Arte-Contemporáneo-(MACAY)-Juan-García-Ponce,-Centro-Histórico-de-Mérida.jpgComo punto de partida, las investigadoras del Cinvestav Mérida y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán realizaron una revisión histórica de las etapas colonial, borbónica y la relativa al porfiriato y sus edificaciones que conformaron lo que se conoce actualmente como Zona de Monumentos Históricos.

“A mediados del siglo XVIII y principios del XIX tenemos la etapa borbónica, en donde la administración pública quería recuperar el control de la ciudad que estaba en manos de la iglesia, volverla más higiénica, con más espacios públicos y más interacción social, y fue cuando se intervinieron varias zonas del centro histórico y se hicieron los pasajes y los jardines principales”, apuntó.

La modernización nacional de México durante el porfiriato y el crecimiento económico de la industria henequenera trajo consigo la construcción de equipamientos tales como teatros, mercados, cines, escuelas, hospitales y penitenciarías, conformando lo que actualmente es el Centro Histórico de la ciudad de Mérida.

“A principios del siglo pasado, con las ganancias que trajo el auge henequenero, se construyeron casonas de estilo francés y ecléctico, que es lo que rodea los límites de la zona de monumentos históricos”.

De acuerdo con la investigadora, el desarrollo histórico y constructivo de la ciudad dio cabida a edificaciones propias de diferentes etapas históricas, originando una ciudad que no cuenta con un centro histórico en el sentido estricto de la clasificación tipológica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que se refiere a un territorio donde se encuentran construcciones que en su mayoría corresponden a una época y que, por lo tanto, son uniformes en fisonomía estética, materiales y sistemas constructivos.

“Por el contrario, el caso de Mérida se trata de una Zona de Monumentos Históricos que se enarbola como de mayores dimensiones de México, con una superficie conformada por 659 manzanas y una delimitación que incluyó edificaciones del siglo XX”, apuntó.

Abandono del Centro Histórico de Mérida

Hasta mediados del siglo XX, el perímetro del Centro Histórico de Mérida era equivalente a los límites de la ciudad, por lo que ahí se realizaban todas las actividades económicas, educativas, administrativas y de salud. A partir de 1970, inició la construcción masiva de vivienda que dio lugar a un acelerado crecimiento de la mancha urbana, situación que se intensificó en la década siguiente.

La expansión urbana y la saturación del centro patrimonial originó la paulatina salida de los habitantes del centro histórico. La población con mayores recursos económicos se ubicó en el costado norte, donde se emplazaba la principal avenida de la ciudad, el Paseo de Montejo. El comercio inició un nuevo desarrollo y modernización que implicó el emplazamiento en la periferia urbana. “Cambia el concepto de comercio, empiezan a construirse los supermercados y las plazas comerciales que se establecen en el norte”, apuntó la investigadora.

Sin embargo, en los últimos años se ha presentado una revalorización del centro histórico principalmente para usos turísticos. Empresarios hoteleros y restauranteros, de tiendas de artesanías, ropa, casas de cambio y agencias de viaje tienen intereses en esta zona de patrimonio cultural. 

Llegada de extranjeros en el Centro Histórico de Mérida

Desde finales del siglo XX inició una inmigración de personas provenientes principalmente de Estados Unidos y Canadá —la mayoría jubilados—, quienes a través del uso de sus pensiones y en busca de climas cálidos y ambientes tranquilos se ubicaron en el Centro Histórico de Mérida.

En particular, esta población se ha avecindado en la zona noroeste del centro histórico por las facilidades de acceso a servicios e infraestructuras. Actualmente, este sector de la zona patrimonial de Mérida muestra calles enteras con casas restauradas y con uso habitacional. “Los residentes extranjeros han marcado un nuevo ambiente ya que están muy bien organizados, tienen asociaciones, compran predios en una calle que les sirven de estacionamiento, realizan una serie de dinámicas que los hacen más visibles de lo que en realidad son”, apuntó Pérez Medina.

Cruce_Merida_17.jpgAunque en apariencia estos nuevos usuarios han rehabilitado y restaurado una zona muy amplia del centro histórico, en realidad es una pequeña zona donde se han asentado, pero sí son muy visibles por su organización y por las actividades culturales en las que participan, según la investigadora.

Una gran parte de los extranjeros vive seis meses en Mérida, durante el otoño y el invierno (de octubre a marzo) y los otros seis meses en sus lugares de origen. La mayoría de los inmuebles que adquieren y restauran sirven para casas-habitación, pero una gran parte de ellos funciona también como hostales, restaurantes y comercios.

La metodología utilizada para la investigación incluyó la aplicación de encuestas a extranjeros, restauranteros, hoteleros y recopilación de datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Remodelación sin consideración histórica

Una de las problemáticas principales del repoblamiento de esta zona es la intervención de los edificios sin criterios históricos y de preservación del patrimonio. Si bien el INAH tiene control sobre el exterior de los inmuebles, poca injerencia tiene sobre el interior. Este es uno de los problemas que se presenta en la conservación del patrimonio edificado, pues las intervenciones pueden incluir materiales y formas de construcción que distorsionan la memoria e identidad cultural.

“¿Cómo afectan los inmuebles estos nuevos usuarios? Ellos tienen un imaginario de México de charros y mariachis. Creen que la arquitectura de Mérida es igual a la de otras ciudades del país. La austeridad y poca decoración de la arquitectura colonial se la atribuyen a la pobreza de los que la construyeron y esperan que los edificios tengan más decoración, propia de otros lugares de México”, apuntó.

Las remodelaciones incluyen también la transformación de las condiciones ambientales originales, que contemplaban una abundante vegetación en los antiguos centros de manzana, conformados por la unión de los patios de los predios de una manzana y una fachada despejada. En la actualidad, los extranjeros han plantado árboles y arbustos en las fachadas delanteras de las casas y los centros de manzana han sido sustituidos por la construcción de cuartos, terrazas y piscinas, eliminando un importante factor para la regulación del microclima.

Otros aspectos incluyen la superación del coeficiente de construcción permitido, la redensificación de las zonas y la sobreexplotación de las infraestructuras de electricidad, agua potable y diversos servicios públicos, que fueron planificados originalmente para una cantidad menor de habitantes.

Las zonas desfavorecidas del centro histórico

Más allá del cuadrante noroeste del Centro Histórico de Mérida, en el costado sur continuaron las problemáticas de congestionamiento, deterioro y abandono que desde los años 1980 se han registrado en diferentes documentos. El transporte público representa una problemática que no se ha podido resolver por conflictos políticos, administrativos y de intereses individuales.

En esta zona se emplazan las cantinas, talleres, mercados y pequeños comercios, negocios que abastecen a la población de bajos ingresos que reside principalmente en el sur de la ciudad. En el costado sur de la zona patrimonial están concentrados los paraderos de taxis y rutas de camiones de toda la ciudad y del interior del estado, por lo que una de las problemáticas principales es la saturación peatonal y vehicular.

Catedral-Centro-Histórico-de-Mérida.-Fotografía-de-Carlos-Hoyos-Sosa-4.pngLas investigadoras realizaron recorridos de campo y entrevistas a usuarios, comercios y establecimientos, encontrando que los propietarios de inmuebles y los comerciantes perciben como una amenaza cualquier intento de reestructuración debido a que pueden alejar a sus potenciales consumidores, que son principalmente los usuarios del transporte público. 

El mercado Lucas de Gálvez es uno de los ejemplos más representativos de esta problemática, pues desde los años setenta el drenaje no cubre las necesidades de los comercios; las fosas sépticas a las que se dirigen los desechos no tienen capacidad para el volumen que se genera; el sistema de electricidad está sobrecargado y deja una peligrosa cantidad de cables conductores colgando.

En 2004, se inició la construcción de un nuevo mercado para desalojar el Lucas de Gálvez y reconstruirlo, y de esta manera crear más y mejores espacios para reubicar a los vendedores establecidos en los mercados y a los de las calles, pero las protestas de los grupos comerciantes organizados y los conflictos políticos entre el gobierno municipal y el estatal, pertenecientes a diferentes partidos, lo impidieron. “Se hizo el nuevo mercado San Benito que se ocupó a medias y el mercado Lucas de Gálvez continúa en función. Si desde hace 30 años los servicios estaban mal ahora están peor y esa es la situación del costado sur del centro histórico”, apuntó Pérez Medina.

Actualmente, este mercado supone una barrera entre el área rehabilitada donde se encuentran los edificios de oficinas públicas, de equipamientos culturales y servicios turísticos, y el área de edificios abandonados y en paulatino deterioro, de paraderos de autobuses y taxis y del comercio de la calle, donde circula la población más empobrecida y los servicios públicos son deficientes.

“Los extranjeros casi no se relacionan con la zona sur del centro histórico, incluso se han registrado intentos de ocupación por nuevos usuarios que terminan abandonando la zona patrimonial porque les parece ruidosa y con población pobre, con falta de servicios adecuados y todo lo que esto implica”, apuntó.

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