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Ciencia, tecnología e innovación en las aulas

Por Nistela Villaseñor

México, DF. 28 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Mayo sirve de recordatorio para celebrar a docentes y estudiantes. Cada 15 de mayo desde 1918 se festeja en México no solo a normalistas y educadores, sino a todos aquellos que imparten alguna cátedra en los diferentes niveles educativos de nuestro país. Por otra parte, desde 1929, cada 23 de mayo se conmemora el día del estudiante, también a nivel nacional.

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El ámbito científico y tecnológico encuentra una riqueza singular en la docencia. Como miembros adscritos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), los doctores, además de hacer investigación y publicarla, tienen como requisito impartir clases en la institución educativa a la que pertenecen.    

Ante esta realidad, la Agencia Informativa Conacyt platicó con tres miembros del SNI para conocer sus experiencias como profesores investigadores.

Ser docente es una fortuna

Lopez Parra 2“Somos muy afortunados al trabajar con jóvenes; no tengo duda”, aseguró Marcelo López Parra, quien ha dedicado esfuerzos a la ingeniería mecánica desde hace 40 años.

El doctor en Diseño y Manufactura Avanzada por la Universidad de Cranfield, Inglaterra, y miembro nivel III del SNI, expresó que encuentra una situación muy particular en el alumnado.

“Los estudiantes de hoy –los buenos– son mucho mejores, al menos en ingeniería, que los buenos de mi tiempo. Lo que pasa es que también son menos. Y son buenos mucho gracias a las nuevas tecnologías”, señaló. 

Para el doctor, el saber hoy en día cómo se comporta una estructura, un edificio, un automóvil, un motor o una estufa cuando calienta el agua, son problemas complejos; modelarlos y resolverlos matemáticamente no es fácil; sin embargo, los jóvenes tienen acceso a diversas herramientas.

“Si les digo un tema, el que sea, el alumno bueno va, lo busca y puede ver videos, simulaciones, animaciones, clases impartidas por expertos en Japón, China, Múnich o Londres. El alumno bueno puede llevarse lo que escribió en el pizarrón y verlo en cinco minutos funcionando con información visual, datos técnicos, ecuaciones; en clases en la web que ni yo mismo como profesor puedo dar”, aseguró.

Agregó que la docencia actual se ha convertido en una auténtica cátedra para resolver dudas. “Por eso digo que el alumno bueno es más bueno hoy en día, porque no espera: va, investiga y regresa con mil preguntas”, afirmó.

El especialista compartió que aprende a diario de sus alumnos. “Plantean mil cosas que yo desconozco porque tienen el tiempo, la inteligencia, la juventud, la dinámica, la capacidad de concentración y de estudio que a uno luego le cuesta trabajo. Lo que hace uno en el aula nada más es facilitar y orientar”, manifestó.

López Parra advirtió: “Con el tiempo uno se da cuenta que cuando era joven tenía esa capacidad de concentración, de dedicarse, de poder estudiar; uno lo da por hecho cuando es joven, cree que toda la vida va a ser así, y no. A mi edad hay que tener determinación para sentarse a estudiar, encontrar el tiempo y la paz mental para hacerlo. Eso de joven se da de una manera muy natural. Hoy no es tan fácil”.

En las materias que imparte, relacionadas con diseño e innovación tecnológica de equipo mecánico e imágenes, el investigador comentó que la parte importante es el factor humano, el trabajo en equipo y multidisciplinario, pues la ingeniería se ha vuelto multidisciplinaria.

“Hoy en día, cualquier producto, por más sencillo que sea, implica gran cantidad de electrónica, materiales, computación, software, mecánica. Por lo tanto, la ingeniería se ha vuelto importantísima; incluye aspectos como relaciones humanas, capacidad de comunicación, trabajo colaborativo en equipo, tolerancia cultural y otras competencia para trabajar con ingenieros de todo el mundo”, detalló.

Para el doctor López Parra, el hecho de que los alumnos vivan en un mundo global y muy competitivo permite que no se apantallen tan fácilmente si un profesor es doctor, tiene publicaciones o es SNI nivel III.

El investigador aseguró que lo atractivo para sus alumnos es trabajar y ser productivos en el desarrollo de proyectos de investigación tecnológica enfocada a la resolución de problemas de la industria. “Diseñar y construir equipo que se instala y luego produce bienes, servicios, productos en plantas”, afirmó.

Uno de los proyectos que desarrolla el especialista desde hace casi dos años, en conjunto con sus alumnos, es el diseño y construcción de un banco de pruebas para carrocerías de vehículos, en el que se pueden programar ciclos de apertura y cierre de puertas y cajuelas dentro de cámaras ambientales que alcanza temperaturas que van desde los  -40 grados hasta los 100 grados Celsius, para probar la durabilidad de carrocerías, puertas y componentes del automóvil.

La docencia es divertida

Luis Leyva Montiel 3“Me gusta y me divierte mucho dar clases”, manifestó por su parte José Luis Leyva Montiel, doctor en Ingeniería en Control Automático por la École Centrale de Nantes (ECN) de Francia y miembro del SNI con el nivel I.

Para el especialista, la universidad y los centros de investigación son un encuentro entre viejos y jóvenes. “Es el intercambio de conocimientos en los dos sentidos: ellos (los alumnos) tienen mucha imaginación y muchas ideas que complementan lo que uno trae; es lo que hace divertido e interesante el trabajo”, comentó.

El investigador indicó que en el curso de diseño electrónico que imparte en Guadalajara, Jalisco, hace pensar a sus alumnos que no saben hacer diseño con el fin de fomentar su aprendizaje desde la primera etapa.

“Tenemos personas de ingeniería electrónica, eléctrica y computación, y no necesariamente saben hacer diseño electrónico. Los llevo desde cero hasta que diseñan un sistema de comunicaciones como internet. El último proyecto es un sistema electrónico: se interconectan entre ellos mismos y empiezan a mandar mensajes; y funciona”, aseguró.

Otro curso que imparte Leyva Montiel, más enfocado a ciencias sociales, trata de cómo una universidad puede producir y transferir alta tecnología hacia la industria. “Lleva metodología de diseño, cuáles son los problemas dentro de la universidad para hacer dicha tecnología y cómo incentivar a los investigadores para que la hagan”, precisó.

En opinión del entrevistado, la enorme necesidad de los jóvenes de poder crear los hace a veces muy necios, pues en ocasiones eso no les permite aceptar consejos del docente. “Pero también es bueno que prueben y desafíen al profesor, que haya ese intercambio de información que a final de cuentas produce conocimiento; y que el individuo se forme y entienda el estilo de trabajar del catedrático, para que lo adopte, lo modifique o adopte uno diferente”, concluyó Leyva Montiel.

Una fuente de inspiración

Alejandro Cordoba 1Para Alejandro Córdoba Aguilar, doctor en Ecología Evolutiva de Insectos por la Universidad de Sheffield, Inglaterra, y miembro del SNI con el nivel III , la docencia es una fuente de inspiración.

“Conozco chicos y mentes nuevas, posturas diferentes ante la vida y la ciencia. Esta oportunidad constante de conocer gente me quita de mi pedacito de vida, de perspectivas, y me enseña otras formas de ver; me hace una persona más abierta y receptiva”, manifestó el especialista.

Reconoció que la labor de los docentes es constante y no se limita a las aulas, porque al preparar una clase hay que buscar material fresco. “La ciencia se está moviendo todo el tiempo, de tal forma que el concepto que enseñé hace cinco años quizás ya no aplica. La plasticidad no es lo que entendíamos hace tiempo, ahora es diferente. Me hace renovarme en mi postura de lo que ya sabía o creía saber. Me hace cambiar”, aseguró.

De acuerdo con Córdoba Aguilar, ser profesor investigador le brinda la oportunidad de dar a conocer a sus alumnos no solamente los artículos que publica, sino también de decirles: “miren, muchachos, acabamos de descubrir esto. Para acá puede ir la ciencia también”.

“Me hace no el relator de lo que alguien más descubrió, sino el actor directo de lo que se hace. Aquí tengo la investigación y se las comparto a los alumnos. Si tienen dudas que no están reflejadas en el artículo yo mismo se las puedo solucionar”, enfatizó.

El doctor consideró que sin la docencia, la investigación sería “como la princesa que está encerrada allá arriba en la torre, y que no distingue nada más de lo que está pasando afuera”.

Al finalizar sus estudios, algunos de los nuevos profesionistas acuden al laboratorio del doctor Córdoba Aguilar para colaborar con él. Es la forma de nutrirse, aseguró el investigador, quien además compartió que goza al trabajar con jóvenes, ilustrarles problemas, extraer de ellos lo mejor en la formación como científicos y orientarlos.

“Por este laboratorio han pasado alumnos que originalmente se formaron en mis cursos, siguieron como tesistas y actualmente son investigadores. Es muy bonito verlos ahora –cuando antes los tuve haciendo sus exámenes– publicando y siendo líderes en un campo. Es un orgullo indescriptible. Es como ver a un hijo, biológicamente hablando, siendo un campeón en una disciplina”, expresó.

El laboratorio del doctor Córdoba Aguilar se integra por un técnico, tres investigadores posdoctorales, alrededor de seis estudiantes de doctorado, dos de maestría, cuatro de licenciatura y tres prestadores de servicio social.

“Si hay alguien allá afuera que nos perciba, yo le digo que esta es una profesión de la que te enamoras todos los días. A diferencia de muchas otras es muy honesta: no tienes que cabildear, ni hacer cosas bajo la mesa, ni hacer política sucia; es una profesión limpia y muy bonita. Si alguien tiene ese gusanito, véngase al laboratorio. Esta es una forma de vida divertida y redituable”, finalizó el investigador.

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