Mexicanos al límite
Por Aketzalli González
Ciudad de México. 5 de septiembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- La personalidad es la articulación dinámica de aspectos psicológicos y biológicos que nos distinguen de los demás. Ese conjunto de sentimientos, creencias, pensamientos y actitudes nos hace únicos.
Cada persona tiene su personalidad condicionada por la herencia, la cual cambia en función de la interacción con el medio ambiente. Sin embargo, ocurren desórdenes neurológicos y psicológicos que, a su vez, provocan trastornos psiquiátricos.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Rafael Salín Pascual, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que los trastornos psiquiátricos son exacerbaciones de todas las cosas que poseemos.
De acuerdo con el informe La salud mental en México, elaborado por la Cámara de Diputados en México, los trastornos psiquiátricos constituyen 13 por ciento de la carga global de enfermedades a nivel mundial, y son una de las tres primeras causas de mortalidad en personas de 15 a 35 años, ya que algunos pueden conducir al suicidio.
Entre los trastornos psiquiátricos se encuentran los de personalidad, y uno de los más recurrentes y con poca información acerca de su naturaleza, por ser ambiguo, es el trastorno límite de la personalidad (TLP), limítrofe o trastorno borderline, enfermedad mental identificada por presentar cambios en los estados de ánimo, comportamiento y relaciones inestables.
Datos de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría otorgan una cifra de prevalencia de dos por ciento para el TLP en la población mundial, comparado con uno por ciento para trastorno bipolar y esquizofrenia. El TLP es más frecuente en mujeres pero investigaciones actuales no muestran mayores diferencias entre ambos sexos. La mayoría de las personas con TLP sufren: - Problemas para regular las emociones y pensamientos - Comportamiento impulsivo e imprudente - Relaciones inestables con otras personas Al menos 80 por ciento de personas con TLP tiene comportamientos suicidas. Y aproximadamente entre cuatro y nueve por ciento se suicidan. El Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz tiene la Clínica del Trastorno Límite de Personalidad, para pedir una cita, consulta los requisitos aquí. |
“Consiste en una serie de síntomas que están en el límite del trastorno por ansiedad o el trastorno psicótico. Ahí están en el límite fronterizo”, comentó el doctor en ciencias médicas Rafael Salín Pascual.
Luces y sombras
En 1980, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, tercera edición (DSM III, por sus siglas en inglés), enumeró por primera vez el TLP como una enfermedad diagnosticable. En la actualidad aún pertenece a los trastornos de personalidad en la quinta edición del DSM, publicado por la Asociación Psiquiátrica Americana.
Según la doctora Gabriela García Laguna, coordinadora del capítulo de Hidalgo de la Asociación Psiquiátrica Mexicana (APM), señaló que dos por ciento de la población mundial presenta TLP y es el tercer diagnóstico después de la depresión y la ansiedad en pacientes mexicanos en edad adolescente y adulta.
Los afectados presentan emociones de vacío, soledad, incomprensión, abandono, intoxicaciones, autolesiones y episodios suicidas.
“Las estructuras limítrofes son un estilo de convivencia. Una forma de comportarse ante las situaciones específicas y diversas de la vida. Un diagnóstico diferencial del trastorno limítrofe es el trastorno bipolar”, indicó la especialista.
Algunos autores consideran que los pacientes no tienen "piel emocional". El toque o situación más leve causa un dolor intolerable.
Presentan una serie de alteraciones o disociaciones, en la cual una persona o cosa es representada como buena o mala. Además, interpretan cada acción de los demás en sus vidas como si no hubiera un contexto previo, careciendo de un sentido de continuidad.
Inicio de la tormenta
La doctora Gabriela García señaló que la enfermedad puede dar algunos inicios en la niñez pero muestra síntomas más claros en la adolescencia y adultez temprana.
“Es un tema estudiado mucho porque nos genera un índice alto de intentos suicidas”.
Las causas posibles involucran factores genéticos y medioambientales, siendo una enfermedad multifactorial.
Unos pacientes expresan síntomas que requieren cuidado intensivo y a veces hospitalización. Sin embargo, no todos presentan gravedad en los síntomas y reciben tratamientos ambulatorios sin necesidad de cuidados de emergencia.
De igual forma, otras enfermedades que coexisten junto al TLP son la diabetes, presión arterial alta, dolor crónico de la espalda, artritis y fibromialgia. Estas afecciones asociadas con la obesidad son el efecto secundario de los medicamentos recetados para tratar el trastorno.
Algunos estudios en neurociencias explican las funciones y estructuras afectadas por la enfermedad.
Los estudios en neuroimagen revelan diferencias en la estructura y función cerebral entre personas con TLP y pacientes sanos. Se sugieren áreas del cerebro involucradas en las respuestas emocionales cuando realizan tareas que perciben como negativas.
Por otra parte, algunas personas con el trastorno tienen menos actividad en áreas del cerebro que controlan las emociones y los impulsos agresivos.
El diagnóstico
Es común encontrar variedades de trastornos concurrentes como depresión, toxicomanía, ludopatía, cleptomanía, cuadros de ansiedad, trastorno bipolar, trastornos alimenticios y automutilación.
La doctora Gabriela García sugirió la importancia de recibir un diagnóstico certero de un especialista de la salud, ya sea de un psiquiatra o psicólogo.
“Los médicos estabilizamos el desequilibrio neurobioquímico. Pero el medicamento solo ayudará con los síntomas físicos pero no quitará la emoción, el origen del problema”, señaló la doctora.
Una entrevista exhaustiva acerca de los síntomas, historial médico y familiar, ayudará a descartar posibles causas de los síntomas y concretar un diagnóstico.
La persona debe mostrar un patrón duradero de comportamientos que incluya reacciones extremas (pánico, depresión, ira), relaciones intensas y tempestuosas, autoestima distorsionada e inestable, y comportamientos impulsivos.
Tratamientos y esperanzas
Algunos de los tratamientos más comunes son la psicoterapia o terapia de diálogo, además es recomendable el tratamiento farmacológico.
“Se les da antidepresivos y antipsicóticos. No porque estén en psicosis. A los medicamentos se les dan nombres por los cuales se colocan en el mercado. Pero los antidepresivos tienen más funciones, son ansiolíticos, antimigrañosos, también sirven para otros problemas médicos”, indicó el doctor Rafael Salín.
De igual forma, señaló que la medicación es para corregir un desbalance entre los sistemas dopaminérgicos y serotoninérgicos. Esa sensación de vacío que los afectados llegan a sentir, porque nada les produce placer, es el resultado de la baja liberación de dopamina.
Los tipos de psicoterapia incluyen la terapia cognitiva conductual (TCC), terapia dialéctico conductual (TDC) y terapia centrada en esquemas. Las terapias pueden ser personales, familiares y en grupo.
“Las terapias de grupo sirven para que se identifiquen con otras personas y desarrollen estrategias que con otros han funcionado”, indicó el especialista.
Las personas con TLP tienen gran dificultad para observar los límites propios y con la gente de su entorno. De tal forma que la estigmatización alrededor de la enfermedad provoca disfuncionalidad en la calidad de vida de los pacientes y su familia.
“La enfermedad mental no es mala suerte ni falta de ganas. Es un desequilibrio del sistema nervioso que genera estos estados, independientemente del diagnóstico. La gente puede sufrir de cualquier trastorno en cualquier etapa de su vida. Las estadísticas nos dicen que seis de cada diez personas van a presentar un evento depresivo en su vida. Esto existe y son enfermedades que tienen tratamiento”, comentó la doctora Gabriela García.
Por tal razón es importante sensibilizar a la sociedad sobre los trastornos mentales, incluyendo el TLP, para comprender a los afectados y de tal forma ayudarlos y comprenderlos para beneficiar su recuperación.
“Debemos ser más empáticos y sensibles cuando una persona tiene un padecimiento de este tipo”, concluyó.
• Rafael J. Salín Pascual
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, UNAM
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• Gabriela García Laguna
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