De la masculinidad y la violencia de género
Por Susana Paz
México, DF. 29 de diciembre de 2014 (Agencia Informativa Conacyt).- El machismo en México se expresa violentamente como una estrategia de dominio de los hombres hacia los que no son heterosexuales, padres de familia, monógamos y toda una serie de límites que la religión, la sociedad y los medios de comunicación han forjado históricamente, afirmó el académico Héctor Rodríguez Ruvalcaba.
En la reciente presentación de su libro De la sensualidad a la violencia de género. La modernidad y la nación en las representaciones de la masculinidad en el México contemporáneo, propone una teoría de la condición del hombre, no como el conocimiento de su cuerpo en sí mismo, sino como una descripción de los contextos histórico, social, político, cultural, religioso y cognitivo, que hacen posible su percepción.
La obra, publicada por el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), uno de los 27 Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en la colección Publicaciones de la Casa Chata, es una revisión histórica que analiza las formas en que las representaciones del cuerpo masculino han intervenido en los contextos políticos y sociales del México contemporáneo.
Su argumento central se enfoca en la construcción del sistema de género en tres periodos históricos: el porfiriato, la época posrevolucionaria y el que, a juicio del autor, puede ser considerado el periodo de decadencia del estado revolucionario y el emergente orden neoliberal.
Mediante el estudio de diversas expresiones estéticas que incluyen novela, ensayo, drama, artes plásticas y cine, el libro explora la relación entre la masculinidad, los proyectos modernizadores y la identidad nacional.
“Mi estudio se inserta en el marco de las ciencias sociales, dialoga estrechamente con ellas. Se trata más bien de un análisis humanístico, su objeto de estudio son obras de arte, obras literarias, cine, historia y periodismo. Los marcos teóricos que abarca son la teoría de género, las relaciones del estado y el género, la sexualidad; en realidad comparte marcos de referencia con las ciencias sociales, sobre todo con la sociología y la antropología”, expresó Rodríguez Ruvalcaba, quien es profesor investigador de la Universidad de Texas.
Entre las aportaciones de este ejercicio de análisis cultural, afirmó el autor, se encuentran las hipótesis centrales: la hombría es un gesto de compensación del desapoderamiento general de la nación frente a los poderes colonizadores; el machismo requiere de la misoginia y la homofobia para mantener su supremacía y la violencia contemporánea es un síndrome de la crisis del patriarcado.
Los orígenes del machismo
Héctor Rodríguez Ruvalcaba estudió Letras en la Universidad Veracruzana (UV) y un doctorado en Literatura Hispánica en la Universidad de Colorado, Estados Unidos. La primera versión de esta obra fue publicada en inglés en 2007, en Nueva York.
“Las masculinidades se han estudiado en México desde los años 90, desde las ciencias sociales duras. Hacía falta hacer una especie de historia cultural del machismo, que era lo que me interesaba hacer en este libro”, expresó el autor.
Y es que considera que el machismo es consecuencia de una forma preceptiva de cómo ser hombre: “Esto se empieza a dar en la Edad Media española, como una manera de reforzar al hombre guerrero que va a luchar contra los enemigos, los árabes. Entonces, el manejo de la crueldad, de la dominación por la fuerza, de la centralidad el hombre en el poder, la centralidad del soldado como personaje importante en la sociedad, lo traen de España. Son ellos quienes lo introducen y le dan su barniz religioso, como mandato de Dios, los propios moralistas españoles con expresiones misóginas”.
Para concluir, el académico explicó que todo lo anterior crea un hombre inexpresivo, porque expresar cariño lo pone en duda. "Tiene que ser un hombre duro, violento, que no se hace cargo del cuidado de los niños, porque eso es de mujeres. Para mí el macho no es un hombre pleno, no es un hombre de poder, es alguien con todas las limitaciones posibles, porque es el producto de los límites que le han impuesto. ¿Cuántos hombres quisieran llorar, expresar sentimientos, ser suaves, cariñosos, y no pueden? A los hombres se les educa desde la familia para pelear, para ser machos, y ese es el punto que se analiza en mi obra”, comentó el investigador.
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