Estudiar el Valle de Chalco: releer la metrópoli desde las periferias
Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 1 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Desde mediados de los años ochenta, investigadores de diversas instituciones y disciplinas iniciaron un trabajo profundo de investigación social en torno a las periferias de la Ciudad de México, que revelaron importantes procesos sociales y urbanos en municipios como el Valle de Chalco. En este caso, los estudios urbanos tuvieron un papel preponderante a través del impulso de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que entre finales de los noventa y la primera década de los años dos mil, realizó dos Simposios Internacionales de Estudios Vallechalquenses, en los que se estudiaron aspectos de movilidad, medio ambiente y etnicidad, entre muchos otros.
Un grupo de profesores de la UAM estudió desde diversos enfoques los fenómenos relacionados con el proceso de crecimiento poblacional de la región del Valle de Chalco que inició a partir de los años setenta, cuando los precios de vivienda de la capital aumentaron y un gran número de personas se vio en la necesidad de trasladarse a las periferias para subsistir, consolidando así municipios del este de la capital como Nezahualcóyotl, Los Reyes y La Paz.
Durante su estancia como investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (primero en la Unidad Xochimilco y posteriormente en la sede Iztapalapa), Daniel Hiernaux Nicolas fue invitado por el arqueólogo Jaime Noyola Rocha (entonces director de la Casa de la Cultura del Valle) para realizar un estudio sobre los indígenas en Valle de Chalco, que fue apoyado por el programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). "Mi punto de partida no fue la diferencia étnica sino los mecanismos de integración, las decisiones de migrar y, sobre todo, los procesos mediante los cuales se instalaban en la ciudad", apuntó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Este proyecto formó así parte de una serie significativa de estudios sobre el Valle que Hiernaux Nicolas realizó con Alicia Lindón Villoria, en aquel entonces investigadora del Colegio Mexiquense y actual profesora investigadora de la UAM Iztapalapa.
El investigador señaló que los indígenas no eran identificables a primera vista en las áreas urbanas, porque no hablaban abiertamente su idioma ni vestían ropa tradicional para evitar la discriminación. Por ello, el apoyo de la Casa de la Cultura del Valle fue decisivo para lograr el contacto con los mismos y producir relatos de vida y cuestionarios con miembros de diversas etnias asentados en el Valle, trabajo de campo y análisis posterior que desembocó en la publicación del libro Metrópoli y etnicidad: los indígenas en el Valle de Chalco, editado en 2000 bajo el sello del Colegio Mexiquense y con la colaboración del Municipio de Valle de Chalco-Solidaridad.
La urbanización de Valle de Chalco
Los asentamientos en Valle de Chalco no fueron invasiones de tierras, sino que el lecho del antiguo lago donde se asentó la nueva población era propiedad federal y tierras ejidales que fueron apropiadas o compradas por fraccionadores clandestinos ligados al sector político en el poder en el Estado de México, que aprovecharon para vendérselas a las personas con la promesa de regularización legal.
Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, Valle de Chalco fue el emblema del programa Solidaridad en el medio urbano, impulsando la construcción de grandes vialidades que constituyeron los ejes ordenadores del Valle, que fue declarado oficialmente como municipio 122 del Estado como Valle de Chalco Solidaridad en 1994.
Para el 2010, el municipio ya estaba saturado con asentamientos extensos en las difíciles condiciones del fondo del valle, donde los terrenos eran más baratos. "Las personas nos relataron con una tristeza profunda todo ese sufrimiento que implicó insertarse en Valle de Chalco; pero también fue notorio que se apropiaron del espacio, plantaron árboles en sus casas y alrededores y cambiaron la desnudez que tenía el lugar en sus inicios, cuando era extremadamente desolador, contra un paisaje urbano modesto pero mucho más agradable para vivir", expresó Hiernaux Nicolas.
Cuando el investigador inició el mencionado estudio sobre la población indígena del Valle, se encontró que esta vivía en una situación dispersa entre los aproximadamente 300 mil habitantes que residían entonces en Valle de Chalco. Entre los resultados del estudio, destacó que una gran parte de la población indígena estaba constituida por adultos que no tenían inicialmente un dominio avanzado del español, situación que en los últimos años se ha transformado con el apoyo a la educación bilingüe que permite una mejor inserción en la ciudad.
Por otra parte, se observó que el tema de los derechos humanos ha ayudado a mejorar sus condiciones y su aceptación en la ciudad, aunque por lo general las comunidades étnicas siguen existiendo en una forma invisibilizada.
Ser indígena en la metrópoli, hacia la identidad híbrida
En un contexto de no poder vivir bajo su identidad indígena, en ciertos momentos la misma no deja de aflorar, pero en muchos otros se mantiene subterránea e invisibilizada de manera voluntaria. "No le conviene al indígena que vive en Valle de Chalco exponerse como indígena porque le va a tocar el racismo, el desprecio, las burlas. Una persona me contaba que cuando llegó de adolescente era sujeto de burlas en la escuela por usar huaraches; no se trataba de una burla de clases altas sobre clases inferiores, sino de la misma gente que vive en un contexto urbano y socioeconómico extremadamente complicado, donde los indígenas son finalmente los más reprimidos, los más afectados por ese no reconocimiento, por ese racismo imperante en la ciudad", apuntó Hiernaux Nicolas.
En cuanto a las posibilidades de inserción laboral, se pudo observar que los indígenas trabajan generalmente en la construcción o los negocios con baja calificación profesional, por lo que reciben los salarios más bajos y suelen ser autoempleados en el sector informal. Si bien logran mejorar su calidad de vida comparada a las condiciones del campo, esto no implica que puedan ascender a un estatuto diferente.
"No encontré ninguna persona que realmente haya logrado un estatuto muy diferente, a excepción de una mujer que fue subdirectora de la Casa de Cultura, una persona con mucho temple y capacidad incluso empresarial, pero en términos generales las inserciones ocurren en puestos profesionales bajos, y eso muestra que no solamente está el interés económico de migrar, que ha sido la referencia más usada, sino otros motivos de migración que se desprenden de imaginarios de modernidad, entre otros. Nosotros encontramos en las encuestas que hicimos para todos los vallechalquenses, no solo los indígenas, que también tiene un peso muy significativo el imaginario de querer vivir en la ciudad y salir de la comunidad que es a veces opresora social (...) para insertarse en un mundo más moderno, con cierta libertad que permite la vida urbana", indicó Hernaux Nicolas.
Para el investigador, eso indica que los migrantes no son forzosamente los más marginados de sus comunidades, sino que a veces son los más dinámicos, como lo han comprobado varios trabajos de antropólogos. Hacia mitad de los noventa, los indígenas residentes en el Valle todavía mantenían ciertos lazos comunitarios y compartían actividades colectivas recreativas, religiosas y culturales. En ese sentido, la Casa de la Cultura era un punto de referencia porque les daba cobijo para llevarlas a cabo. Habría que interrogarse sobre la persistencia de esos lazos comunitarios a dos décadas de distancia.
Finalmente, el investigador señaló la publicación de una obra colectiva dirigida por Alicia Lindón Villoria y Cristóbal Mendoza Pérez, de la UAM Iztapalapa, que recoge trabajos recientes sobre el Valle y sus alrededores elaborados por investigadores de diversas instituciones, el libro se intitula La periferia metropolitana: entre la ciudad prometida y un lugar para habitar la Ciudad de México, publicado por la Editorial GEDISA y la UAM Iztapalapa a fines de 2015.
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