Estudian la función de la hormona ouabaína en casos de cáncer
Por Nistela Villaseñor
México, DF. 17 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El equipo de Marcelino Cereijido Mattioli, doctor en Fisiología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y posdoctor en Biofísica por la Universidad de Harvard, encontró una forma de conseguir que cierto tipo de células epiteliales aumenten su comunicación en un 800 por ciento.
Lo anterior lo afirmó el propio doctor Cereijido, quien destacó que hace 48 años los investigadores Werner Loewenstein y Yoshinobu Kanno demostraron que las células de los cánceres no se comunican o lo hacen de manera demasiado pobre como para construir una estructura supracelular.
De acuerdo con el doctor Cereijido, ambos investigadores sugirieron que cuando las células no se comunican reina el descalabro, y es probable que esa sea una de las causas del cáncer.
Incluso, agregó, Loewenstein y Kanno profetizaron que el día que se encuentre una manera de hacer que las células se comuniquen, sería una fecha gloriosa en la lucha contra el cáncer.
“Normalmente, las células de un tejido se comunican a través de pasos privilegiados entre ellas, y permiten que ciertas moléculas e iones pequeños pasen del citoplasma de una al citoplasma de la contigua, evitando la bajísima permeabilidad que les impondría el tener que atravesar dos membranas celulares: la de su propia célula para salir y la de la vecina para penetrar en ella”, detalló el especialista.
Al referirse a la comunicación efectiva entre células, el doctor Cereijido aseguró que esta permite cierta sociología y entendimiento entre células para coordinarse y formar un lobulillo hepático, un túbulo renal, contraerse ordenadamente o generar un latido cardiaco; es decir, hacer algo por encima del nivel celular.
El también miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) indicó que “el procedimiento de los científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) es casi infalible, en tanto no usa un medicamento sino una hormona que circula normalmente en nuestra sangre: la ouabaína”.
La ouabaína se conoció en un principio como una sustancia que se obtiene de ciertas plantas; la usaban los primitivos para envenenar dardos y flechas. Posteriormente se utilizó para curar la hidropesía, y en la actualidad se suministra a personas con insuficiencias cardiacas, refirió el investigador.
“Se vio que la ouabaína tiene tanta afinidad con los receptores humanos que se pensó que debe haber alguna ouabaína endógena”, señaló el doctor Cereijido.
Destacó que en el momento en que se descubrió que la ouabaína es una hormona que produce el cuerpo humano, los científicos se preguntaron sobre su función.
Según el experto, en su laboratorio se encontró la respuesta a dicho interrogante: la hormona mejora la comunicación entre células. Algunas células fueron sometidas a pruebas con ouabaína y sin ella, y se observó que con la presencia de la hormona la comunicación de estas unidades microscópicas se incrementa, describió el doctor Cereijido.
“Sin embargo, tenemos que ser ultra cautos y no empezar a ‘batir el parche’ (presumir), y miles de pacientes pasen a suponer que ya estamos en capacidad de curar el cáncer”, enfatizó.
Podría suceder, aseguró, que el método funcione en células humanas normales pero no en las cancerosas. “O que Loewenstein y Kanno se hayan equivocado y los cánceres no se producen porque las células no se pueden comunicar, sino que podría ser justo al revés: la células se malignizan por la razón que sea, y entre las consecuencias, no entre las causas, se dejan de comunicar”, advirtió el investigador.
Por ello resulta de vital importancia continuar con las investigaciones en torno a este tema. “Nosotros vamos a esmerarnos por averiguar todo esto”, concluyó el fisiólogo.
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