Edificios altos como alternativa para zonas sísmicas
Boletín de prensa
7023/2018
Colima, Colima. 23 de marzo de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Quince años después del terremoto de 2003, los recuerdos todavía hacen aflorar las lágrimas en los ojos de María Guadalupe León Bautista, habitante de la colonia San Isidro en el municipio conurbado de Villa de Álvarez, Colima.
Durante el movimiento telúrico, de 7.6 grados de magnitud, se derrumbó la casa familiar y murió su padre, Pedro León González, atrapado entre los escombros, mientras que su hermana menor, Sofía de Lourdes, sufrió heridas y fracturas que la mantuvieron más de dos meses en silla de ruedas.
Según las cifras oficiales, esa noche murieron 24 personas, 550 resultaron heridas, y hubo daños de diferentes magnitudes en más de 26 mil casas habitación, equivalentes a alrededor de 20 por ciento de las viviendas de entonces en la entidad. Los daños materiales cuantificados en el estado ascendieron a casi dos mil millones de pesos.
La casa de la familia León Bautista no fue la única colapsada en esa colonia, ya que la gran mayoría de sus vecinos sufrió pérdida total de sus viviendas. Días después, cuando fueron retirados los escombros, los terrenos baldíos se extendían por cuadras enteras.
Posteriores estudios de mecánica del suelo de esa área de la zona metropolitana Colima-Villa de Álvarez determinaron que no eran terrenos aptos para construcción, por el exceso de humedad y la falta de consistencia, debido a que tiempo atrás ahí habían estado asentadas algunas ladrilleras.
María Guadalupe León recuerda que el gobierno estatal ofreció reubicarlos en lotes de la colonia Real de Minas, pero la mayoría de los vecinos no aceptó, por lo que finalmente las autoridades les permitieron quedarse en el lugar a quienes así lo desearan.
La familia León Bautista fue una de las que no se fueron, pero ante la insuficiencia de los 30 mil pesos recibidos como único apoyo de parte del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), los hermanos de la mujer, de oficio albañiles, tardaron seis años en edificar una nueva vivienda sobre el mismo terreno.
Sin embargo, para evitar riesgos derivados de las deficiencias del suelo, el inmueble fue construido de una sola planta —originalmente tenía dos niveles— sobre una gruesa plataforma de concreto y varilla.
De acuerdo con José Francisco Ventura Ramírez, exdirector de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Colima (Ucol), el sismo del 21 de enero de 2003, ocurrido minutos después de las 20:00 horas, se ubica dentro de la categoría macro por haber rebasado los siete grados de intensidad y por la magnitud de los daños causados.
A 15 años de distancia, sin embargo, la población del estado continúa en situación de vulnerabilidad porque hasta ahora solo la capital tiene un reglamento reciente de construcción, emitido en 2014, pero no ha publicado las normas técnicas para garantizar la seguridad de los nuevos inmuebles ante fenómenos sísmicos.
Sin embargo, en este periodo se avanzó en algunos aspectos, como la elaboración de un atlas estatal de riesgos y el fortalecimiento de la investigación científica de la Universidad de Colima en materia de sismología.
PZ/SP/FV/7023/2018