· La Organización Mundial de la Salud clasifica el dolor crónico como una enfermedad en sí misma.
· En fase preclínica, compuesto del CICESE quita hasta 95% el dolor neuropático.
Ensenada, Baja California, México, 11 de marzo de 2022. Es incómodo sentir dolor, pero éste nos alerta de daños potenciales o reales al organismo. Cuando nos machucamos o quemamos, se activan nociceptores o receptores al dolor y se genera una señal eléctrica que viaja al cerebro. Entonces, percibimos el dolor y por reflejo retiramos la parte del cuerpo que ha sufrido daño. Sin embargo, explica la Dra. Nadia Lizeth Caram Salas, investigadora por México (antes Cátedras Conacyt) adscrita al Departamento de Innovación Biomédica del CICESE, en el dolor crónico no sucede lo mismo.
El dolor crónico se caracteriza por un cambio en la liberación de sustancias que hacen que los receptores al dolor estén constantemente activados; por ello, la transmisión y percepción dolorosa es intermitente. La Organización Mundial de la Salud clasifica el dolor crónico como una enfermedad en sí misma.
El origen del dolor crónico puede ser multifactorial: por una lesión en los nervios, por enfermedades crónico-degenerativas, Parkinson, esclerosis múltiple, por virus o debido a cáncer y los medicamentos para su control. Padecer dolor crónico afecta severamente la calidad de vida de las personas quienes, además, pueden cursar depresión, ansiedad y problemas psiquiátricos que en casos extremos pueden culminar en suicidio.
En la actualidad, los fármacos utilizados para el tratamiento del dolor crónico pueden generar dependencia o adicción, o ambos, resultando en altos índices de morbilidad y mortalidad.
Por ello, el estudio de compuestos de origen natural con alto grado de selectividad y especificidad a canales y receptores involucrados en la señalización y transmisión del dolor representa una oportunidad para el desarrollo de nuevos fármacos con efectos menos adversos. Y justo en ello trabaja Nadia Caram, en proyectos enfocados en identificar compuestos analgésicos para actuar en blancos moleculares, para así, disminuir la transmisión y percepción nerviosa dolorosa.
En su búsqueda por identificar y evaluar sustancias bioactivas derivadas de plantas, animales terrestres y marinos para el tratamiento del dolor crónico inflamatorio, tipo artritis y dolor neuropático, la investigadora adscrita al CICESE ha sido parte de diversas investigaciones preclínicas con aplicación farmacológica.
“Antes de los estudios en humanos es donde meto mi nariz. Una vez identificada una sustancia in vitro, yo puedo evaluar si ésta tiene un mecanismo de acción in vivo. Cuando se identifica una sustancia bioactiva, antes de probarla en humanos debe hacerse en animales”, explica la especialista.
Caracoles marinos